El reloj marcaba las 23:30 horas del viernes. La lluvia caía amenazante a más no poder, al mismo tiempo que la niebla lo pintaba todo de blanco, tanto que se hacía difícil distinguir entre si se estaba en un thriller o simplemente en la AP-7 yendo rumbo hacia la frontera entre España y Francia.
Mike, llevaba ya unas cinco horas al volante desde Dénia, y en unos pocos minutos, estaría en territorio francés, únicamente para descansar un poco, y después continuar hacia Alemania.
Un metro ochenta, ojos azabache, pelo rizo. De tez morena y constitución atlética. Así lucía nuestro protagonista, quien de tanto en tanto apartaba sus cansados ojos del asfalto para consultar si Martha había respondido su mensaje.
- ¡En dónde estarás, responde! gritó Mike al comprobar que había pasado 3 horas desde el envío de su mensaje, que permanecía aún a la espera de ser leído.
Se había ganado el apodo de "abuelo renegón" a pulso, puesto que la mayor parte del tiempo se la pasaba gruñendo. Aunque, en verdad era una persona con una paciencia infinita y un enorme carisma. Querido por muchos y odiado por unos pocos.
Martha y Mike se conocieron cuando este tenía 15 años, de una forma un tanto inusual, en lo que estaba de viaje en Dénia. En la cola de un supermercado en tiempos de un virus de cuyo nombre no quiero acordarme. Ella llevaba un poco de prisa, porque aunque fuera un año mayor que nuestro protagonista y por tanto, estudiase en un curso más, tenía una vida bastante ajetreada. Cuando no estaba estudiando, debía acudir a teatro y, en el mejor de los casos podía descansar unos míseros pero nada despreciables 20 minutos al día, exceptuando la hora de dormir.
- ¡Ay, tenga más cuidado por favor!
- Disculpa, no te había visto.
- Tranquila, no pasa nada, pasa adelante, que vas con prisas...
Desde ese día, sin querer, sus caminos se cruzaron y con el tiempo forjaron un gran vínculo amistoso.
La mayor parte del tiempo hablaban por mensajes, dado que los dos vivían lejos, y no les venía bien desplazarse para reunirse.
Martha, era como diría Mike, una "edición limitada"; pues era mitad rusa, mitad española.
Rusa por parte de madre y española por parte de padre, aunque había nacido en España. Solía lucir una deslumbrante cabellera con rizos, de los cuales era un acontecimiento histórico el hecho de verle pisar una peluquería, porque casi siempre lo llevaba hasta por la cintura.
Su piel era de un blanco nuclear, a juego con su sonrisa.
Además de inteligente, se le daba bien aconsejar, por ese motivo, Mike siempre acudía a ella cuando necesitaba ayuda o simplemente su opinión respecto a algo. Podían pasar horas y horas hablando, y mayoritariamente eran charlas divertidas.
Martha vivía en Dénia, por ese motivo, Mike había ido a visitarle con la intención de que le ayudase. Por desgracia, no se encontraba allí desde hacía tiempo, según le había informado el conserje del edificio en que vivía.
Correr en exceso nunca fue bueno, y eso es lo que le pasó a nuestro protagonista, quien sin darse cuenta, circulaba a 20 km/h por encima de la velocidad permitida, unos 100 km/h.
De repente, entra una nueva notificación: "llamada entrante: Martha"
Una vez más, Mike, comete el error de despegar los ojos de la carretera para descolgar el teléfono.
- Eh, hola Mike. Se oyó del otro lado de la llamada en curso.
De repente se escucha un ruido de lo que parecía ser, un derrape y cristales rotos... El flamante Ford Mustang color blanco perla, había quedado reducido en pedazos al impactar contra un trailer accidentalmente.
- ¿Mike, todo bien, qué ha pasado? Se vuelve a oír por última vez antes de que la llamada fuera colgada.
El pequeño despiste de atender la llamada, había causado un serio accidente.
Una enorme columna de humo blanco, proveniente del ya ahora, inservible motor, se perdía entre la densa niebla al tiempo que la lluvia cesaba.
Eran tan solos las doce en punto de la madrugada.
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Y, llámame Mike
Mystery / ThrillerUn accidente, una identidad desconocida, recuerdos difusos... Y un amor misterioso.