Por algún motivo me encontraba intranquila, sentía el aire a mi alrededor totalmente pesado.... si bien no es una sensación ajena a mí al menos en este último tiempo sí lo es. Pasé por una etapa de caos y sentí que nada volvería a ser como antes, que hallar tranquilidad iba a resultar una tarea imposible. Miro a mi costado y sonrío, el perfil de Stefan es de esos perfiles de película y esos rulos de estilo californiano cayendo en su frente no hacen más que confirmar que él podría tener a cualquier mujer comiendo de su mano. Este chico tranquilamente podría ser modelo... y de los mejores pagos. Me da un vistazo rápido, creo que notó mi mirada en él, y me muestra su perfecta sonrisa, le sonrío tímidamente y vuelvo a apoyar mi cabeza en su hombro, me acurruco aún mas a él. Estoy demasiado agradecida del momento en el que estoy, en serio. Sin embargo esa sensación de tener el pecho pesado no se me quita. Desvío mi mirada hacia la ventana y automáticamente la sensación de paz vuelve a mi. La noche se ve reflejada en el mar y parece que las estrellas caen sobre él. Es una imagen digna de un maldito cuadro. Siempre soñé tener una casa junto al mar, desde pequeña imaginaba cómo sería llegar a mi hogar y tener la brisa del mar golpeando mi cara, tener el ruido de las olas de fondo mientras intento dormir. Y quien iba a decirlo... finalmente lo cumplí. Una sonrisa vuelve a aparecer en mi rostro. Algo de todo lo que soñé había sido cumplido y eso sin dudas es un motivo para estar más que feliz... pero bueno, la sensación de angustia seguía presente en mi pecho.
No se en que momento mi cabeza se desconectó y creo que quedé divagando unos momentos cuando siento que Stef me sacude el cuerpo suavemente. Lo miro confundida y él se rie.-¿Me estabas escuchando?- pregunta-
-¿Cómo?- ¿me estaba hablando?-
-Que si me estabas escuchando?- se ríe nuevamente-
-No, lo siento- le sonrío apenada- ¿Qué decías?-
Él me señala el televisor y me sorprendo. No había notado que estaba prendido hasta este mismo instante y mucho menos había notado lo que la pantalla mostraba. Nuevamente siento la punzada en mi pecho.
-Te estaba pidiendo si me alcanzabas el control remoto- me dice Stefan- Es que se está terminando la alfombra roja y quiero escuchar las presentaciones- me explica. Ok, entiendo.
Con total desánimo levanto la pierna que tengo enroscada con la de él y me paro del sillón. La suave alfombra gris que compré la semana pasada hace contacto con mis pies descalzos y puedo jurar que es la mejor compra que hice hasta el momento para nuestra casa. Camino hasta la mesita de luz enfrente nuestro, agarro el control remoto y se lo doy.-Ten, cambia de canal si quieres- es obvio que no lo hará pero deseo con todas mis ganas que lo haga-
-Amber es la puta premiación mas importante musicalmente hablando, ¿por que cambiaría?- me mira atónito-
-No lo se, no se ve tan impresionante- respondo con indiferencia-
-Imagínanos ahí, estando nominados. Sería increíble- le sonrió con nostalgia y me dan ternura sus ganas. Algún día tuve la misma meta. Hoy ya no. No me interesa ingresar en ese mundo. El arte es mucho más, estos premios son solo un negocio y un negocio bastante patético, pero bueno... yo no soy quien para amargarle el sueño a Stef--Ya vuelvo- No tenía ganas de seguir con esa conversación así que le doy la espalda y me dirijo hacia la cocina-
No es que me moleste el entusiasmo de Stefan. En serio lo comprendo y lo viví pero simplemente no es un presente que quiera tener. Enterré ese mundo hace tiempo y planeo que se quede así.Abro la heladera y saco un poco de jugo de pomelo, mi favorito. Tomo un vaso y me apoyo en la isla de la cocina mientras por el reflejo de la ventana veo cómo Stefan está atento a no perderse ningún detalle. Juro que hasta llega a causarme ternura. Mi celular vibra a mi costado haciendo que deje de mirar el reflejo de Stef. Lo ignoro hasta que vuelve a sonar, es un mensaje de texto.
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¿Demasiado tarde?
Romance¿Cuál es el precio que estás dispuesto a pagar por la fama? Jake Lewis tenía algo claro... el precio que el pagó él fue demasiado caro y ese es el error que atormenta su vida. Ambar Collins también tenía algo claro... ella jamás hubiese accedido a e...