Capítulo 9

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El siguiente lunes a las cinco de la tarde, Chan entró al pequeño cuarto decorado elegantemente y con olor a limón. Había estado allí muchas veces antes pero ahora algo se sentía diferente.

—Buenas tardes, Chan —lo saludó Minho desde el otro lado del escritorio. Libreta y lapicera en mano, sonrisa en la cara, mirada gentil.

—Buenas tardes, Minho —le devolvió el saludo. Se sentó en la cómoda silla y respiró—. ¿Qué tal las vacaciones?

—Bueno digamos que... fructíferas, eficientes. No ha pasado mucho. Fue un buen mes. ¿Y vos cómo te encontrás?

Chan pensó dos cosas luego de escuchar a Minho. La primera fue quién en su sano juicio usaba la palabra fructífera no irónicamente, y la segunda fue repasar muy bien su respuesta. ¿Cómo comenzaba? No podía mencionar a Felix porque sabía que Minho iba a mandarlo directo a donde no quería volver.

—Bastante bien.

—¿Y por eso estás acá otra vez? —lo miró con una ceja arqueada—. Te recuerdo que me mandaste un mensaje un viernes a las dos de la mañana.

Bang Chan suspiró. Debía admitir que tenía razón. Volvió a pensar qué decir, tenía que ser muy cuidadoso.

—¿Hay algo en concreto que quieras discutir, Chan? Soy todo oídos.

Jugó con sus dedos nervioso ante la mirada penetrante de Minho. Volvió a tomar aire, se rascó el cuello y finalmente le devolvió la mirada.

—Tengo miedo de volver a empeorar, Minho —se sinceró. El otro chico no tuvo que decir nada, con la mirada bastaba para que Chan entendiera que debía explayarse en la justificación—. Hubo algunos cambios, encontré un buen trabajo, conocí gente en ese trabajo, y económicamente estoy mucho mejor que antes, pero aún así no puedo sentir como avanzo. Se siente como si estuviera estancado pero en otro nivel y con otras responsabilidades.

—¿Y creés que eso va a hacer que empeores?

—No lo sé.

—Vamos por partes —Minho se acomodó en su asiento luego de anotar algo en su libreta—. Dijiste que empezaste un nuevo trabajo, hablemos de eso. ¿De qué trata? ¿Te gusta? ¿Es bueno el ambiente? ¿Sentís que te ayuda a despejarte o que complica las cosas?

—Es en un museo de arte —explicó—. Soy el guardia en el turno de la noche. Es bastante tranquilo, me gusta. Además tengo un compañero, Changbin, que me cae bien. Siempre tomamos el descanso juntos. A veces el turno es muy aburrido, no hay nada más que cuadros y esculturas, viste, pero la paga es buena y no es un trabajo muy complicado.

—Entonces no es el trabajo lo que te tiene tan estresado —insinuó Minho—. ¿Qué es lo que creés vos que te tiene de esta forma?

Entre la avalancha de palabras rojas que daban vueltas la cabeza de Chan, había una que se repetía más. No era una palabra, en realidad era un nombre.

—Hay alguien... —comenzó. Pudo notar cómo Minho, interesado, se inclinaba hacia adelante—. Conocí a alguien. Esa persona es algo diferente. Parece saber todo sobre mí, y es como si estuviéramos conectados.

—¿Algo así como almas gemelas?

—¡Exacto! Sí.

—Y, decime Chan, ¿creés en las almas gemelas porque realmente pensás que hay alguien, ahí fuera, destinado a estar con vos, o porque es la única forma de amor que conocés? ¿Te contentás con la idea de que alguien, por acto de algo divino o el destino, te corresponde porque todas las formas de amor anteriores fracasaron, por ende, aún no encontrás a tu otra mitad?

El chico del cuadro azul // CHANLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora