♡②① | Prometido

422 44 11
                                    

—¡Señorita Davies!

Costó varios llamados para que la pelinegra escuchará el tono preocupado de su mayordomo, haciendo que saliera de la habitación apresurada, para encontrar al señor en el pasillo.

El hombre habló con la respiración agitada de correr.

—El señor Robert Jones, acaba de informar que encontraron a Niall Horan.

Diana alzó las cejas con emoción, le agradeció al hombre y se apresuró a subir las escaleras para el primer piso, donde Liam se hospedaba, ya que la pelinegra le había insistido bastante hasta que había aceptado quedarse allí.

Robert Jones, alfa, tan fuerte como su olor a madera y un poco a tabaco, era uno de sus mejores guardias personales, y el que había puesto a cargo para la búsqueda del omega, con ayuda de agentes de policía, habían pasado los días con ellos recorriendo la zona donde más posibilidades tenía de aparecer el chico.

Tocó la puerta firmemente hasta que el castaño abrió, con cara de malhumorado, aunque antes de que pudiera mandarlo a la mierda Diana habló.

—Encontraron a Niall.

Liam tardó un poco por la sorpresa para sonreír, aplaudió, agradeciendo que el omega haya aparecido.

—Robert tiene órdenes de traerlo para acá —dijo Diana— ¿Quiere esperarlo conmigo abajo? Están en camino.

Liam sólo asintió, haciendo señas para que lo deje pasar, bajando las escaleras detrás de ella.

No tardó mucho tiempo para que la entrada de la casa de los Davies volviera a llenarse de personas, tanto paparazzi y reporteros, como gente curiosa, y era por esas situaciones que lo hacían preguntar cómo obtenían la información tan rápido y de dónde.

Aunque en cuanto el auto negro, de vidrios oscuros, acompañado por una patrulla policial pasó las rejas negras de la entrada al pequeño parque frontal de la mansión, a pesar de que los flashes de las cámaras dispararon, Diana, Liam y los empleados de la joven Davies se olvidaron completamente de ellos.

Primero bajó Robert, del asiento trasero del auto negro, tirando una correa de dónde bajó un lobo blanco, hermoso, casi brillante.

Diana abrió los ojos de más al verlo, algo impresionada.

Liam también lo estaba, aunque sonrió con agradecimiento, había conocido al omega, le caía bien y quería que estuviera a salvo.

Entraron a la mansión, apresurándose un poco para no estar más expuestos a las cámaras.

—No ha querido cambiar —fue lo primero que dijo Robert, con una mueca.

Diana vio al lobo, sentado con la cabeza gacha junto a su guardia.

Se acercó, agachándose frente a él, aunque el omega sólo bajó más la cabeza, mirando hacia un lado.

El olor del omega era muy fuerte, muy dulce, casi empalagoso, aunque no llegaba a ser del todo molesto.

En cambio, para Niall, el fuerte olor a mar de Diana no le gustaba.

La pelinegra apoyó su mano sobre la cabeza del lobo, acariciando sus orejas, aunque las corrió cuando el omega gruñó.

Escuchó la risa de Robert.

—Tonta, no es un perrito, es un lobo.

—Es una persona —corrigió Liam, haciendo que la mirada de los presentes se posara en él— Y creo que necesita un poco de privacidad —echó una mirada a todo el personal de Diana que estaba innecesariamente allí, ocasionando que todo se fueran, a excepción de los dos policías y Robert.

Delta | Ziall ɞDonde viven las historias. Descúbrelo ahora