Así que, tenga cuidado con la llamada de Mephisto desde el infierno
Descripción del artículo: Una página del diario personal de la psicóloga criminal Olga Molozze, diciendo la verdad, pero no necesariamente diciendo todo.
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Hoy, finalmente recibí un correo electrónico de Quantico.
Si no recuerdo mal, les envié un correo electrónico hace al menos un mes atrás para preguntarles si podía incluir en mi nuevo libro algunos casos en los que trabajé mientras aún estaba en la BAU.
Sabiendo lo que sé de este grupo tan ocupado, no esperaba que ninguno de ellos encontrará tiempo para responderme. Se lo comenté a Al en nuestra última noche de pub y me contestó: "¿Pero por qué no puedes llamar y preguntarles directamente? Todos ellos fueron tus colegas en algún momento, ¿no?"
Esa fue una respuesta típica de Albariño, quien se lleva bien con todo el mundo (excepto quizá con Herstal) e incluso la mayoría de sus ex novios y ex novias estuvieron dispuestos a entablar una amistad con él en buenos términos después de romper. El hombre sólo puede agradecer a su cara bonita pues hace que las personas pierdan el criterio cuando se le mira.
Así que supongo que no puede ni imaginar la horrible situación en la que se encuentra la gente que se hace mala fama cuando deja un trabajo.
La persona que respondió al correo electrónico fue Lavazza McCard, quien al parecer seguía siendo el jefe de la BAU tres años después de que yo me fuera. Y él fue, como siempre, desagradable; una desagradabilidad que ni siquiera se explica con las discusiones que tuve antes de dimitir y el puñetazo que le di en la cara.
En cuanto vi que era el remitente, pude adivinar la mala suerte que me acontecería, y efectivamente, no sólo no estaba de acuerdo con ninguna de mis propuestas en el correo electrónico -sólo trataba de añadir dos casos más a mi nuevo libro, sin siquiera intentar invocar los nombres de las víctimas-, sino que iba acompañado de un sermón.
Esta escena era exactamente igual a la pelea que tuvimos antes de irme. Comenzó con el sermón que daban las influencias sociales, advirtiéndome del pánico social que se produciría si publicaba algunos de estos casos, como si los ciudadanos respetuosos de la ley en boca no leyeran con interés los extraños asesinatos en los periódicos; luego sugería que debía tener cuidado con los imitadores, que inevitablemente aparecerían si se hacían públicos; y finalmente, volvía a la parte que más odiaba.
"Olga", decía, y aunque sólo fuera un correo electrónico, podía imaginarme ese tono sonoro suyo, "me preocupa saber que te mudaste a Westland. Te dije antes de que dejaras tu trabajo que de la miríada de opciones, la peor elección era Westland. Te había sugerido que te mudaras a la Costa Oeste, donde tus ingresos podrían ser más asequibles y en donde el clima sería mejor para tu salud".
Eso es, McCard tiene un peculiar entrometimiento por todos y por todo lo que está a su alcance, y es por eso que terminábamos discutiendo, porque no todo el mundo necesita a un viejo paternal que haga cháchara obsoleta (ciertamente ningún adulto lo necesita).
En el mundo de McCard, los seres humanos sólo se dividen en dos partes distintas: los tipos puros, inocentes y buenos; y los tipos mentalmente insanos que pueden y van a cometer crímenes. Por lo tanto, el estimado jefe de la BAU se preocupa por todas las personas buenas, puras e inocentes, y tiene un desprecio natural por todas las posibles personas malas.
No hace falta que hablemos de los inconvenientes de este dualismo religioso; en cualquier caso, nuestro conflicto estalló cuando él sospechó inevitablemente que yo me estaba deslizando del lado del bien al del mal, un deslizamiento que él trató de detener, aunque yo no tenía ni idea de que existía.
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Vino y armas
Misterio / Suspenso"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...