Capítulo Uno.

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Habían pasado cinco días desde que desapareció.
El silencio reinaba en el día y en la noche, los árboles se mecían suavemente mientras susurraban su nombre.
Todos nos preguntábamos dónde estaba y el por qué de su desaparición. Algunos conspiraban, otros agonizaban, y simplemente otros esperábamos.
Estábamos totalmente estancados sin él. Pero al parecer, al líder no le importó.
"Si James no vuelve al octavo día antes de anochecer, continuaremos sin él"

Muchas voces protestaron, pero no fueron las suficientes para tenerlas en cuenta.
Al líder no le importaba una muerte, aunque fuera la más importante; miraba por «el bien común » o eso decía.

La noche no tardó en venir. Me tumbé poniéndome los cascos y perdiéndome en mis pensamientos.
« Otro día más sin hacer absolutamente nada. Las prácticas detenidas, las búsquedas sin éxito...y para colmo, atacaremos totalmente a ciegas, perfecto. »

De pronto, una mano me agarró del brazo, zarandeándome de un lado a otro, sobresaltándome por completo, mientras otra mano me tapaba la boca.

-Kate, tienes que ver esto-susurró Tessa.

Rodé los ojos y una vez recobrada del susto, acompañé a Tessa sigilosamente hasta las afueras de la base, donde empezaba el bosque.
Tessa, con agilidad, subió hasta una de las ramas del alcornoque y bajó de un salto, con una especie de libro en la mano.

-¿Qué es esto?-pregunté en un susurro.

De pronto, un foco nos iluminó y corrimos hasta nuestras respectivas habitaciones.
Entré sigilosamente y me volví a tumbar en mi cama. Cogí una linterna y bajo las sábanas, abrí el «libro» que Tessa me había dado.

«Diario de James Smith»

Mi corazón se aceleró de pronto. No era ninguna falsificación ni ninguna broma; su caligrafía era excepcional. Era su verdadero diario.
Tenía cierta inseguridad de si debía leerlo o no pues, los diarios son privados. Pero, era lo único que me quedaba de él en estos momentos, así que me aventuré de todos modos.

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Rápidos fotogramas en blanco y negro de mi vida, pasaban por mi cabeza a una velocidad de vértigo, mientras notaba como la respiración se iba haciendo más pesada cada minuto que pasaba. No podía respirar bien. Sentía mi pecho oprimido y una sensación de vómito que amenazaba por salir.
Vi una última imagen en la cual caía hacia el fondo del mar a cámara lenta, mientras el sol iluminaba mi rostro y la oscuridad tragaba mi cuerpo hacia las profundidades.

Me desperté finalmente, incorporándome mientras jadeaba violentamente en la cama.
Me llevé la mano a la frente secándome sudor y maldiciendo en voz alta.
Un poco atuedido, miré el despertador, levantándome perezosamente para ir a aquel infernal lugar llamado "instituto".
Tomé mi desayuno y después de asearme, mé encaminé en lo que sería, otro día aburrido de clases.

Las clases se hicieron realmente pesadas. No presté la más mínima atención a la asignatura; no podía dejar de pensar en que el origen de las pesadillas, podía haber empezado aquella noche.
Hacía años que no tenía pesadillas, y cuando las tenía, no eran tan potentes como estas. Porque estas, parecían tan reales que parecía que te iban a consumir vivo.

Ocurrió una noche de luna llena de marzo.
No hacía demasiado frío, así que decidí ir a dar un paseo por el lago que se encontraba cerca de mi casa, acabando por invitar a Jules, además que uno de nuestros pasatiempos favoritos, era admirar la luna, en su máximo esplendor.

Alrededor del lago, había una pequeña arboleda, cubierta por cerezos en flor y otros árboles deslumbrantes. Decían que si seguías caminando por la arboleda, podías adentrarte en las profundidades del bosque, en la que se rumoreaba que había una nave industrial abandonada o una pequeña aldea, pero nadie lo había comprobado pues decían que nada más pasar la arboleda, habían cosas espeluznantes que no te dejaban continuar, además que la gente que había ido a comprobarlo nunca había regresado.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2015 ⏰

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