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Verena se sentía nerviosa y llena de miedo, sabía perfectamente a dónde se dirigían puesto a que el camino le era totalmente familiar. Miraba por la ventana del auto mientras su pierna se movía con inquietud, esta se detuvo al momento de sentir la cálida mano de su mejor amigo sobre su pierna.



– Tranquila. – decía el moreno – Esto será bueno. – aseguraba.

– Gracias. – le sonreía ligeramente – Amm... Sonic. – aumentaba un poco la voz para hablar con él – Sé bien hacia dónde vamos, pero mi pregunta es ¿Cómo lo conoces?

– Después de que la memoria USB explotara, me llegó un mensaje a mi celular. – respondía sin dejar de conducir – Me dejó la información y me pidió que viniéramos para hablar e irnos a luchar.

– Todo este tiempo supo dónde estábamos. – sonreía un poco.



Llegaron a dicho edificio y el auto fue estacionado. Dio un gran suspiro y bajó del auto junto con los demás, miraba hacia lo alto de aquel edificio en el que alguna vez trabajó, sentía algunos escalofríos al igual que nostalgia.









El murciélago café oscuro miraba por la enorme ventana de su oficina, como si estuviera admirando todo lo que se encontraba frente a él.



– El café estuvo delicioso, te lo agradezco.



Quien lo acompañaba era Chad, aquel lobo adulto que cuidó por mucho tiempo de Verena. Sus canas habían aumentado y eran más notorias, también ya se le notaba físicamente cansado.



– Pero en verdad tengo que irme. – mencionaba el lobo – Tengo cosas que hacer.

– Ambos sabemos que ya estás jubilado, Chad. – decía el murciélago volteando hacia él – Puedes trabajar aquí conmigo, si gustas. No puedo ponerte como agente, pero puedo ponerte en algún otro puesto que quieras.

– Ya estoy muy cansado para trabajar. – suspiraba – Por eso me retiré. Recibo buena pensión.



Las puertas se abrieron dando paso a la gata junto con los erizos. El resto miraban con asombro el lugar a excepción del moreno, pero la gata se quedó casi inmóvil en cuanto vio a aquel lobo.



– ¿Chad?...



Las orejas del lobo se pusieron rectas al escucharla, se puso de pie rápido y, al verla, se le formó una gran sonrisa en su rostro y ambos se acercaron rápido para abrazarce con fuerza.



– Mi niña. Mi princesa. – se le escuchaba muy feliz – Aquí estás... Después de tanto, sigues con vida.

– Te extrañé demasiado. – sonreía con lágrimas en sus ojos y se separó un poco del abrazo para mirarlo – Lamento haberme ido sin decir nada o al menos despedirme...

– Shhh. Está bien. Las circunstancias se complicaron. – la miraba con mucho cariño mientras le acariciaba la mejilla – Mírate. Has crecido y estás muy hermosa, mi princesa. Solo que... – la miraba con preocupación mientras le acariciaba suavemente la mejilla – Te ves cansada. Tus ojos reflejan toda esa tristeza y cansancio.



Volvieron a tener aquel abrazo. Extrañaba tanto a aquel lobo que había considerado como una figura paterna.



– Chad – llamaba separándose del abrazo –, quiero presentarte a alguien. – decía con felicidad.



Se hizo a un lado y el lobo se topó con el erizo negro.



– Él el Shadow. – presentaba – Shads, él es Chad. Cuidó de mí por mucho tiempo.

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