El día que nos conocimos

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El día que nos conocimos

Nueva España, Año 1700

No sé que es lo que hoy se vaya a celebrar o a conmemorar pero mi padre está muy muy nervioso y está más insoportable que de costumbre, se que no debo de hablar mal de él, pero ya llegó al punto en el que no lo toleró.

Está mañana después de desayunar recibió una carta muy extraña, jamás había visto un sello de ese tipo, era un escudó muy extraño con un color azúl, un azul muy obscuro pero llamativo y hermoso, además de que tenía un tipo de letra diferente, a pesar de estar en nuestra lengua se que es de alguien que no es proveniente de ningún virreinato que yo conozca.

Después de eso, me mandó de inmediato a mi habitación a darme una ducha y mando a la servidumbre a vestirme, solo hace eso cuando es algo importante como una fiesta, reunión etcétera.

Para muchos ser de la realeza es algo mágico, aunque nunca he hablado con alguien que no sea de la realeza, se que lo es, ya que, al estar fuera del palacio me doy cuenta de las miradas de asombro de las personas que trabajan en el campo, aunque también noto en ellos una mirada un tanto extraña, no se que es lo que reflejen exactamente pero se que no es algo bueno, siempre le he preguntado a mi padre que son esas miradas pero nunca me dice nada y siempre me repite lo mismo.

No vuelvas a preguntar, no es de tu incumbencia, solo enfócate en ser una gran princesa heredera, no debes de preocuparte en alguien que no seas tú ¿Entendiste?

¿Que hay de la servidumbre?
Ellos no tienen permitido hablar de cosas que no tengan que ver con la realeza, un día les llegue a preguntar y lo único que me dijeron fue...

No puedo háblarle de eso su majestad, lo único que puedo hacer es ayudarla a convertirse en una princesa ejemplar. Por cierto, déjame decirle con todo el respeto que se merece, cada corona y vestido le quedan magníficos.

Me gusta mucho llevar coronas y vestidos pero estos me resultan un tanto incómodos, así que le pedí a mi padre si podía vestir algo más ligero y claro que me dejó, obviamente es un vestido muy ostentoso pero es más ligero, no lleva tanta tela ni mucho menos un corset tan apretado, no sé quién haya inventado eso pero es horrible e insoportable.

Ya estaba lista, tenía un maquillaje muy bonito, mi vestido de color rosa y mi corona un poco pequeña son tan hermosos.

Iba a ponerme una corona un poco más grande pero ya tengo suficiente con el corset como para llevar en mi cabeza una tiara tan pesada, la última vez que use una así casi me desmayo, de igual manera iba a colocarme un vestido azul pero al recordar el color de aquel sello supuse que así estarían vestidos los remitentes de aquella carta.

Al bajar mi padre ya estaba en la parte de la entrada.

—Recibiremos a imperios importantes, que buena idea fue ponerte este vestido te da un toque de inocencia y eso es bueno, buena elección princesa.

—Gracias padre.

-Ya sabes, siempre habla de usted, ellos no son tan livianos y relajados como Portugal y yo, son más serios pero son buenos y amables dentro de lo que cabe.

Con esa descripción ahora se que no tendré tanta libertad de expresarme como cuando conocí a mi tío imperio portugués y a su colonia, no recuerdo en estos momentos su nombre, soy pésima para recordar nombres.

—Dame un abrazo mi pequeña.

Fue un abrazo tan cálido que rogué porque durará mucho más, mi padre no solo tenía que ver por mi, sino también por los otros virreinatos (por lo que siempre tiene que salir a verlos hasta sus tierras) que son mis medios hermanos, así que se podrá decir que soy hija única de mis padres, pero no de mi padre ya que hay más virreinatos que son menores que yo, pero al no compartir la misma madre no somos de la misma sangre, además ¿quién garantiza que esos otros virreinatos sean hijos de mi papá?, ¿quien garantiza que yo sea su verdadera hija?, de nuestras madres no podemos dudar ya que al salir del vientre de inmediato nos toman en brazos y nos identifican pero en caso de nuestros padres es diferente. Solo podemos saber que somos sus hijos si tenemos los mismos rasgos que ellos, y cabe decir que tengo más rasgos de mi padre que de mi madre.

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