Capítulo 9: Los tramposos

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Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de mi propiedad, pero se utilizaron algunos fragmentos del libro Harry Potter y el cáliz de fuego.

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POV Hermione

Esto no podía estar pasando, debe ser una equivocación, estas cosas le pasan a Harry, ¡No a mí! La mirada de todos estaba sobre mí, Ron estaba rojo, no sé si de vergüenza o furia. Yo no sabía que hacer, tenía el estómago revuelto y las lágrimas a punto de salir, no me gusta estar en el centro de atención.

—Herms... tienes que ir —dijo Ginny mientras me daba un empujoncito para avanzar.

—Por favor, señorita Granger, venga para acá por favor —pidió Dumbledore mirándome seriamente.

Camine hacia él, quería correr hacia otro lugar en realidad, pero no podía, estaba como en modo automático. El camino se me hizo eterno, hasta que estuve frente a la mesa de profesores para dirigirme al salón donde había ido Harry hace solo segundos. Todos los profesores se veían consternados, incluso Hagrid que estaba muy serio y McGonagall ni siquiera me miro.

Llegue frente a la puerta, no quería entrar, pero no tenía opción. Al entrar vi a Harry, estaba igual de sorprendido, consternado y avergonzado que yo. No quería mirar a nadie más, pero fue imposible. El director Karkarov y la directora Maxime miraban a Harry furiosos, mientras Krum estaba sentado cerca de la chimenea con la mirada perdida, estoy segura de que ni siquiera noto mi presencia y finalmente estaba ella, en su mirada estaba enfocada en la chimenea, pero ya no estaba la simpatía en general de hoy cuando hablábamos, no, ahora se veía furiosa, sus ojos no estaban del usual azul, se veían oscuros y su linda sonrisa ya no estaba, se veía tan seria y fría. Yo solo quiero salir de aquí.

—¿Qué pasó ahora Dumbledore? —pregunto furioso Karkarov.

—Pues tenemos otra situación señores, esperemos a que vengan los demás para explicarlo —dijo Dumbledore calmadamente, esperábamos a Ludo Bagman y al señor Crouch quienes estaban encargados de la organización del torneo. Justamente al terminar de hablar el director entraron ambos directivos.

—Fantástico —empezó a decir Ludo, mientras buscaba a Harry y a mí para abrazarnos— ¡Esto es extraordinario! Caballeros y señoritas, estamos presentes a una situación sin igual, ¡Cuatro campeones! Un momento único.

—¡Oh, un chiste muy «divegtido», «señog» Bagman! —su voz, sonaba tan furiosa y desconcertada.

—¿Un chiste? —repitió Bagman, desconcertado—. ¡No, no, en absoluto! ¡El nombre de Hermione acaba de salir del cáliz de fuego! —y ahí fue cuando todos los presentes me miraron a mí, excepto ella.

—«Pego» es evidente que ha habido un «egog» —le dijo Fleur a Bagman con desdén —. Ellos no pueden «competig». Son demasiado jovenes.

—Bueno... esto ha sido muy extraño —reconoció Bagman, frotándose la barbilla impecablemente afeitada y mirando sonriente a Harry—. Pero, como saben, la restricción es una novedad de este año, impuesta sólo como medida extra de seguridad. Y como su nombre ha salido del cáliz de fuego... Quiero decir que no creo que ahora haya ninguna posibilidad de hacer algo para impedirlo. Son las reglas, Harry y Hermione no tienen más remedio que concursar. Tendrán que hacer lo mejor que puedas...

Detrás de Dumbledore, la puerta volvió a abrirse para dar paso a: la profesora McGonagall y el profesor Snape.

—¡Madame Maxime! —dijo Fleur de inmediato, caminando con decisión hacia la directora de su academia—. ¡Dicen que estos niños también van a «competig»! — ¿Niños? Eso duele Fleur.

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