Ride

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La suave y húmeda lengua de un albino pasando por su hombro, sus manos bajando a su pecho, apretando su pezón entre esos pálidos dedos que posee

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La suave y húmeda lengua de un albino pasando por su hombro, sus manos bajando a su pecho, apretando su pezón entre esos pálidos dedos que posee. Ni siquiera puede gemir al escuchar el gruñido del otro en su oído, mordiendo con gentileza la tierna zona de su oreja para después sentir cinco dedos enterrarse en el interior de su muslo, indicando que abriera más sus largas piernas. Solo es en ese momento que jadea.

Su cabello en puntas estaba hecho un desastre igual que él, el sudor causaba que su piel brillara, pues las luces estaban prendidas como si fueran necesarias esa mañana. —Kiru...—Pronuncia mal. —¡Kiru...!— Vuelve a cometer el mismo error al sentir el pene del Zoldyck invadir su interior. Echa la cabeza hacia atrás, por fin permitiendo morder su labio y cantar tiernos monosílabos. —¡Más!— Él mismo intenta mover sin restricción su cadera, pero es castigado al dejar de sentir los golpes en su interior. Sus manos, que sujetaban el fuerte brazo del menor, intentan acomodarse para girar, pero es imposible.

—N—no oh— Suelta un chillido al sentir su pecho siendo torturado y la fuerte mordida en su hombro. Y sin más avisos, el interior de su agujerito volvió a ser atacado, el menor ni siquiera intentaba simular paciencia o calma, arrastraba su parte baja y se estrellaba contra aquel carnoso y trabajado trasero.

Sus ojos marrones se llenan de lágrimas, siente el vapor de Killua en su nuca. —G—Gon, ¿Se si—siente bien?— Jadea por la pregunta, los gruesos gemidos del albino lo envolvían, el de las pieles chocar también. Sus sentidos siempre habían sido agudos, si bien podía controlarlos en su estado normal, en momentos como esos era simplemente imposible. —¿Pu—puedo correrme dentro?—

—¿Eh?— Salió en un suspiro, bajó su mirada, ahí notó cómo su erección obedecía al ajetreado movimiento, la idea de correrse solo por su trasero y que este terminara sucio se le hizo... Atractiva, ¿atractiva? ¡Extrañaba esa sensación caliente golpeando su próstata! —¡Sí!— Gritó y, como si todo ese tiempo hubiese esperado el permiso, el orgasmo de Killua manchó y reclamó por completo el interior de Gon.

Por todos los estímulos anteriores el moreno también alcanzó su orgasmo, manchando las sábanas de su cama.

Unos cuantos minutos pasan hasta que por fin su entrada libera el pene del menor, sintiéndo la algo espesa sustancia resbalar por ella. Su pierna es bajada con delicadeza, aunque se niega un poco al principio a ser soltado, el brazo en el cual se recargaba es retirado y el Freecss, algo cansado y adolorido, se da la vuelta, estirando los brazos para recibir al menor que no se niega y se oculta en su torso. Sus pechos suben y bajan, el silencio es agradable.

—Te quiero mucho, Gon.— Escucha y el mencionado baja la mirada, encontrándose con unos tiernos ojos azules y una pupila dilatada donde su sonrojado rostro se reflejaba, ojos que le recordaban a un minino esperando un mimo.

—Yo también te quiero mucho Killua.— Besó su frente y el color rojo del albino creció. Solo fue en ese momento en el que Gon Freecss se dio cuenta de que fue un idiota, un gran idiota.

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