Tamar es la historia de una chica judía, que conoció la violencia y el que le arrebaten su inocencia. Tomé esta historia para destacar patrones que se siguen repitiendo aún hoy en día en nuestra sociedad, más de tres mil años después.
Dentro de tantas historias vividas desde el origen de la humanidad que describen y exponen las falencias, las atrocidades, las cualidades y defectos que nos atraviesan, existe una que saca a relucir la injusticia del olvido e ignorancia frente a la violación de los derechos de una mujer de la forma más aberrante que pudiera existir: la violación sexual, el abuso sexual, el avanzar después de un entendible no. Refleja en distintos puntos a desarrollar la calidad de la prevención y reacción de nuestra sociedad hoy en día, destacando la problemática que esta representa en nuestra cultura y misma sociedad.
¿Por qué escribir sobre una historia como la de Tamar? Porque ya no podemos ignorar cómo se introdujo en nuestra cultura el abuso y la violación, y no es que no haya existido antes, sólo que hoy son más las que salen a luz, y no dejan de escucharse día tras día una nueva historia.
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No podemos ignorar el dolor generado por la falta de justicia, por la falta de escucha y empatía. Son más las veces hoy que se puede ver cómo se burlan y no se toma en serio los abusos, se habla en un entorno "confiable", pero no se termina denunciando, ni buscando la restauración para la víctima, sino que se termina haciendo como si nada hubiese sucedido. El punto es que entre mucha gente con distintas reacciones, están aquellos con deseo de justicia. Y si no se acompaña y escucha, aún a aquellos que quieran hacer justicia, se va a querer hacer justicia propia, el dolor generado y no consolado, el dolor silenciado explota en odio, en venganza por mano propia.
Escribo esto para problematizar la ignorancia frente a los abusos y violaciones, que así como siguen sucediendo y una nueva historia se escucha cada día, nunca, pero nunca se normalice ver tantas noticias al respecto en menos de una semana: no es normal. Habla de lo mal que estamos, y de lo mucho que necesitamos de acciones concretas para prevenir el abuso sexual, desde las escuelas, jardines. En vez de hablar de cosas que no aportan a la niñez, y sólo los confunden contra su propia biología, charlas que les enseñen cómo defenderse, qué hacer, qué no dejar que hagan, etcétera. Más prevención y menos reacción. Valoro el trabajo que están haciendo fundaciones y organizaciones como Fundación Elegí Sonreír, donde acompañan a chicas que fueron abusadas, mujeres con historias muy fuertes, pero con una determinación a que lo que vivieron no determine su vida por completo, enseñándoles a vivir que su valor está más allá de eso. La otra fundación que está haciendo un trabajo de prevención increíble es Fundación EPASI, con distintos talleres tanto para niños, como para jóvenes y adultos.
Ya no es tiempo de ignorar, sino que el dolor va a generar más odio y más deseo de justicia por mano propia, venganza, violencia, y todo se vuelve un círculo vicioso que no disminuye ni hace por parar.
