Capitulo 1

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Días sobre días 


Las primeras semanas lloraba hasta quedarme dormida, apenas y comía; y me duchaba porque era necesario.

Deambulaba en las noches sin dormir. El departamento era demasiado grande para mí. Contaba con dos plantas. Del lado derecho de la planta baja se encontraba la sala, con una televisión enorme de plasma y un buen equipo de sonido, al otro lado se encontraba un comedor para doce personas, justo en ese mismo lado una cocina de marmol negro, hacia juego con el comedor y el blanco de la sala. Siguiendo por el pasillo había un baño de visitas con regadera y una puerta que se había convertido en mi habitación, mis cosas aun no llegaban de Anfield así que se encontraba pobremente acomodada. Al terminar la sala había unas escaleras que llevaban al segundo piso. La segunda planta formaba un círculo donde podías ver quien pasaba por aquel pasillo que se dividía en dos vertientes, estas escaleras terminaban en una entrada donde del lado izquierdo podrás encontrar un pasillo que te llevaba a una pequeña biblioteca y hacia la derecha un pasillo que te llevaba a las habitaciones. Eran cinco puertas, cuatro de ellas pertenecientes a los Hijos de Anfield y una más era lo que yo llamaba un cuarto de juegos y no al estilo Christian Grey. Contaba con un minibar equipado y una mesa de billar, una consola de videojuegos y un balcón. Desde ahí la ciudad se veía hermosa si no hubiera estado en la situación en la que me encontraba hubiera disfrutado vivir ahí y de aquella vista.

No era como que mi presencia ensucia mucho la casa pero al menos mi habitación era un total desastre; ya no había rastro de equipos médicos en el, pero si demasiada basura regada por todos lados, polvo a los alrededores y una cama que estaba más que destendida. Me duchaba en alguna de las habitaciones de arriba. Por lo general en la habitación de Thomas, sabía que era su habitación por el poderoso olor de su fragancia, aquel baño que contaba con una tina para dos y un sistema de hidromasaje que agradecia a todos los dioses de las chicas que vivían en departamentos de lujo sin pagar un dólar. Una vez a la semana la Señora Carmen venía a hacer el aseo de la casa, excepto de mi habitación, ese lugar era mi templo o mi basurero pero al fin y al cabo mio. Se aseguraba de llenar el refrigerador con comida para la semana y aunque era la única señal de vida o contacto que tenía con el mundo exterior, no nos era posible comunicarnos más allá de una conversación básica pues casi no hablaba Inglés y mi español era muy pobre.

No podía salir de ahí, no hasta que Thomas Mikaelson, como alfa del grupo que era diera su autorización, me sentía prisionera en una enorme y bonita celda. El wifi estaba configurado estrictamente para uso de mensajes, "Solo para mensajes urgentes Adams, un mensaje urgente no es que necesites tampones" las palabras exactas de Thomas habían sido aquellas y la entrada a cualquier otra aplicación o red social era negada o restringida y admití que Daemon tenía talento para la tecnología. No contaba con llaves y lo que tenía era una caja de seguridad con 10,000 dólares que no podía usar al menos se lo encargará a la señora Carmen. Todo lo que necesitará debía decírselo a la señora Carmen por medio de un traductor, o una lista. Nuestra comunicación no era tan complicada como pareciera y su presencia me ayudaba a no perder la noción del tiempo y volverme loca.

Pero las noches eran la peor parte. Cuando descubrí la habitacion de Michael, la cual no me fue difícil de encontrar considerando los posters en la pared de bandas británicas y volver al futuro lloraba desconsoladamente, lloraba hasta quedarme dormida en cualquier lugar de la habitación, llorar no era lo mío, pero el haber perdido a la poca gente que me importaba me había hecho algo más sensible. Buscar entre las habitaciones restantes rastros de Daemon o Aemon también se había convertido en algo habitual, la soledad me consumía, era la peor sensación del mundo junto a mi depresión. Lo único que evitaba que me lanzara del quinto piso en el que me encontraba era mi madre y Michael, donde seguía aferrada a su promesa, porque él me había escrito que regresaría por mí. Y yo confiaba en él.

Los Hijos de Anfield: El Legado (#2)  [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora