YA NO PUEDO MÁS.
Steel
Septiembre 24, Grecia.
<<Entierra la mano en su cabello, su cara impacta contra la roca y me encestan el golpes que me desestabiliza, pero no me quita las ganas de pelear por ir a tomarla, gruñe cuando Adriano la presiona debajo de él, sus pechos duelen, lo se, y por ello intento volver a llegar a ella, pero no lo logro ya que me pisan la cara tirándome al piso.
—¡Sunshine! —grito intentando llegar a ella, pero el golpe es devastador, me arruina y no dejo de gritar cuando Adriano entra en ella haciéndola gritar, siento el crujir de mi mandíbula cuando me pisan con más fuerza.
Alza la mano y cuando la voy a tomar mientras los gritos no dejan de salir de mi garganta...>>
Me despierto y el sudor pinta mi cuerpo, la sábana es transparente por el mismo líquido y respiro tan mal, me siento tan mal que termino aferrandome al lavamanos del baño con el sin sabor en la garganta que me lleva a echarme agua en la boca varias veces respirando mal otra vez como si tuviera un ataque de asma.
<<Respira Steel.>>
La voz de Victoria Marchetti entra en mi cabeza, una y otra vez lo repite, sin embargo se que no está aquí y termino deslizándome contra la pared con el ataque de pánico que me toma.
Respiro solo, una, dos, tres veces y me concentro en un solo objeto cuando me llevo la mano al pecho queriendo parar poco a poco el ataque de pánico que merma poco a poco dejando el estrés que me hace ponerme de pie con el dia ya mas jodido y es como si todos los días las cosas se arruinaran mas y mas.
Tengo que matar a ese hijo de perra, cobrarme lo que nos hizo, porque no solo fui yo, fue mi hermana, mi hermano, mis hijos, mis sobrinos y... mi familia...
Mi pecho baja en espasmos incluso cuando el ataque ya ha pasado, me visto despacio mientras paso la pastilla tranquilizante que me calma un poco más.
Salgo de la habitación empapándome con lo que está pasando a mi alrededor y me cruzo de brazo apenas probando el desayuno cuando capto el teléfono satelital del que realice una llamada que me dejo con un sin sabor en la boca también.
Desde que soy el segundo Narco más grande de Europa, mucha gente quiere matarme incluyendo a la Cosa Nostra, a Adriano estoy a nada de quitarle el puesto.
Hijo de perra, hijo de perra, hijo de perra...
Sigo con mi mantra en mi cabeza cuando en lo único que puedo pensar es en los niños que tengo en alguna parte del mundo y en la esposa que tengo en la cárcel.
—Señor el cargamento está embarcado y listo para partir. —me dice Calix y me pongo de pie.
—Vamos me están esperando. —digo.