📖SESENTA Y NUEVE PUNTO CINCO📖

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P. O. V. LEVI:

El proceso para ingresar al palacio siempre era el mismo: dejar todos los objetos peligrosos en manos de los Policías Militares que custodiaban a la reina y luego recorrer los interminables pasillos hasta la sala de reuniones.

-odio este lugar - me queje cuando pasábamos por el octavo retrato de los reyes anteriores.

-¿por todo lo que simboliza o por el amargo recuerdo de cuando Historia te golpeó? - se burló Ami.

Chasquee la lengua, dándole a entender que no pensaba responder a esa pregunta. Ciertamente el golpe fue un buen recuerdo, no ha diario le concedo ese gusto a nadie, de hecho sólo Ami podía presumir de tener el honor de haberme golpeado un par de veces cuando niños. Y en cuanto a lo que simboliza, quizá el resentimiento de la vida en la ciudad subterránea era lo que me se podría llamar odio a la figura de la realeza y su nulo interés por lo menos afortunados. Cual fuese la razón de odiar el Palacio, no cambiaba el hecho en sí.

-llegan tarde - nos sermoneo Michele, quien nos esperaba, vestida con su mejor traje, en la puerta de la sala de reuniones.

-fue un poco larga la caminata desde la escuela - explicó Ami sin inmutarse - por cierto, sabias que Kikyō es el escudo humano de Carla...

Sabía que Ami no lo decía con la intención de hacer sentir mal a Michele, de hecho, por su tono era  obvio que buscaba compartir con esta última todo lo que se perdió en la primera mañana del año escolar de su hija; aún así, la expresión de la esposa de Armin tuvo un ligero cambio, seguramente lamentándose no haber estado ahí.

-justo como su padre lo fue de Eren - bromeó Michele recuperando la compostura de inmediato. - ¿cierto, Capitán?

-no estiy seguro, no vi a los niños esta mañana - le dije emcogiendome de hombros. Quizá aquella confesó haría a Michele sentirse menos culpable... Aunque, yo también comenzaba a lamentar no haber estado con Kai en su primer día.

Solté a Ami y me encamine a la sala, abriéndola sin esperar permiso. Dentro no había nadie, por lo que con toda la calma del mundo me instale en mi habitual silla, lo más lejos posible del asiento de la Reina. ¿La razón? Normalmente Ami, Armin y Michele se instalaban junto a Historia, haciendo esa parte de la mesa, la más caótica en las reuniones.

-¿te importa si invidado tu burbuja de indiferencia? - pregunto Ami ocupando el asiento de mi izquierda.

Michele se sentó a la derecha del asiento de la Reina, justo como esperaba que hiciera.

-tu lado del debate es por allá - le dije señalando a donde estaba nuestra amiga.

-hoy no, no quiero tener nada que ver con todo esto - se negó con un movimiento de cabeza. - aunque Michele insiste en que debería apoyar el proyecto...

-cómo no hacerlo si tienes el conocimiento necesario para ello - comentó la nombrada mientras acomodaba unos cuantos papeles.

-¿qué es eso? - pregunté deteniendo lo que afirmaba ser una discusión que se repetiría todo el día.

Michele me pasó un par de hojas, deslizandolas por la mesa y mientras volvía a acomodar otras más, comenzó a explicar:

-hay varias cosas en el museo nuevo, que quizá convenga mover a la Ciudad Subterránea...

-¿Libro de la libertad eterna? ¿Qué es eso? - pregunto esta vez Ami, mirando los documentos que yo sostenía.

Ese era el primer artículo mencionado, pero le seguían un álbum de las primeras fotografías de Paradis, los registros de Erwin y las expediciones (así como sus memorias conspirativas que encontramos en pequeños informes personales), las pertenencias de los soldados caídos cuyos cuerpos no fueron reclamados, entre otros.

-hmm, me parece que es mas bien un registro de víctimas, fue idea de la propia Historia llevar un registro de todas las personas que perdieron antes de que la guerra acabara por fin - explicó algo dudosa, como si escondiera algo - se acabó hace 2 años, pues se investigó todos los registros de la legión y se consultó con las familias, algunos incluso agregaron algunas notas...

-¿por qué no sabíamos de esto? - pregunté.

Tenía varios nombres en mente que debían componer ese listado de víctimas.

-porque la legión no necesita recordatorios, tienen los nombres de sus compañeros grabados en la piel - dijo aquella voz tan familiar desde la puerta.

Historia apareció con tal pulcridad que uno dudaría que haya sido miembro de la Legión de Reconocimiento, solo podías confirmarlo por su uniforme - el cual se empeñaba en usar en cada reunión que tuviese, para dejar en claro que ella era de los nuestros -, aunque con el paso de los años supongo que esa nueva característica suya no era más que otra de las facetas de la verdadera Historia.

-pero hay personas que... - comenzó a decir Ami robandome las palabras, pensamos lo mismo.

-lo sé, en las notas de Erwin los  menciona - interrumpió Historia tomando su lugar.

Deje los documentos en la mesa y me recline en el asiento.

-¿todas? Incluso mi madre, quizá - solté sin pensar, jamás me refería a ella en voz alta, de hecho jamás la había mencionado - ya sabes, una prostituta más entre muchas, que vivió así y falleció por el hecho de llevar el apellido Ackerman.

Historia suspiro y miró a Michele, esta interpretó su pedido silencioso y me pasó una hoja más: era una fotografía del libro del que hablábamos, en el había una gran cantidades de Nombre perfectamente escrito, pero no todos eran de mi interés, solo uno... Kuchel Ackerman... Y más adelante Farlan Church e Isabel Magnolia...

-ese bastardo, ¿acaso había algo que no supiera? - se quejo Ami entre dientes, su resentimiento con Erwin seguiría hasta el fin de los tiempos.

-diría que como contener a Hange, pero nunca lo intentó realmente - respondió el recién llegado, Armin, seguido de Mikasa y Eren.

-¿qué tal las flores? - pregunto Ami hacia Eren. Había cierta rutina en la vida de él y esa era visitar el panteón cada que iniciaba el años escolar y al terminar, casi como si fuera a contarle como hiba todo a Sasha y a su madre.

-eternamente hermosas - se limitó a responder Eren, no hacía falta que dijera más.

Devolví los documentos mientras se acomodaban, no esperaba ver a Eren ahí, pero me sorprendió más la llegada de Jean y Connie también, tan sólo unos minutos después.

-uff, casi sentía que llegaba tarde - soltó Jean cuando irrumpió en la sala abruptamente.

-ah pero tenías que coquetear con la guardia, ¿no? - se quejo Connie dándole un golpe.

Tomaron asiento luego de recibir la mirada de reproche de todos los presentes.

-pero que tensión, pues ¿quién murió? - bromeó Connie tomando asiento.

-qué idiota - le dijo Jean imitandolo.

Historia, con la poca paciencia que tenía el día de hoy, solo suspiro y se aclaró la garganta para comenzar:

-bueno, ya que estamos todos, vayamos al grano - puso sus manos sobre la mesa con delicadeza - quiero hacer de la Ciudad Subterránea la biblioteca Nacional...

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora