Capítulo 21. En busca de aliados.

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     En cuanto llegamos a la casa Adam abandonó el auto a toda prisa y yo me quedé unos minutos ahí, sentada y echa bola por la actitud tan insensible de mi hermano

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     En cuanto llegamos a la casa Adam abandonó el auto a toda prisa y yo me quedé unos minutos ahí, sentada y echa bola por la actitud tan insensible de mi hermano.

     Divisé a Rachel salir de la casa, había llegado temprano y se asomó al auto para abrir la puerta y encontrarme cabizbaja y pensativa.

     —Adam entró como diablo ¿Qué ha pasado?

     Suspiré profundamente y miré a mi hermana.

     —Está furioso conmigo —dije en un hilo de voz.

     — ¿Por qué?

     Tener intimidad era algo normal y platicarlo a mi familia me parecía un poco incómodo, los amaba y confiaba en ellos—en teoría—pero aun así esa punzada de vergüenza se hacía presente cuando el tema estaba sobre la mesa.

     —Se enteró que Ronald y yo ya tuvimos sexo.

     Rachel elevó las cejas y entró al auto para tomar mi mano.

     —Por todos los cielos, ahora entiendo su comportamiento —dice con una dulce y comprensiva voz—. ¿Tu cómo estás con eso?

     —Triste, avergonzada... hasta parece que me odia.

     Mi hermana se río sin ganas y rozó mi mano para transmitirme calor.

     —Es nuestro hermano mayor y siempre se preocupará de más por nosotras —comentó—. Tiene esa mentalidad de que nadie es suficiente para sus hermanas, dale tiempo, no es sencillo para él, y tener sexo es natural, pero... siempre la primera vez es... dramática, nos siguen viendo como niñas cuando la verdad es otra y van a tener que aceptarlo en algún momento.

     Rachel era muy empática que me dedicó una última sonrisa y me abrazó.

     —Tranquila, hermanita, todo se va a solucionar.

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     La cena fue tan tensa que mi hermana se encargaba de sacar los temas de conversación con papá, quien parecía ignorar la seriedad de Adam y la mía.

     La media noche llegó y yo seguía despierta, incapaz de ser seducida por el sueño. Salí de la cama y de la habitación para ir a la de hermano. Toqué la puerta y para mi sorpresa él estaba despierto.

     —Pase.

     Abrí la puerta y miré a Adam acostado en su cama con un libro en manos y sus lentes de contacto puestos. Me miró por encima del armazón y torció ligeramente sus labios.

     —Deberías de estar dormida.

     —No puedo dormir.

     Cuando era niña y tenía problemas para conciliar el sueño, Adam siempre me arrullaba o me contaba un cuento antes de dormir, éramos tan unidos que este distanciamiento me ponía muy mal.

2º COLISIÓN: para siempre te protegeré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora