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Se encontraba terminando de editar un video después de una sesión rápida de sexo con su pareja.
Un bostezo salió de sus labios dando a entender su cansancio. Quería dormir junto al cuerpo desnudo del bicolor que estaba en la cama descansando cómodamente. Se apresuró en terminar los últimos detalles de la grabación que hizo para esa semana.
Bakugo Katsuki, un youtuber reconocido globalmente. A pesar de poseer un carácter fuerte logró hacerse un reconocido influencer. Cada semana trayendo nuevo contenido a su canal que pasaba los veinte millones de seguidores. Sin contar que era un estudiante universitario, quería ser médico.
Nadie era consiente de lo que pasaba detrás de lo que Katsuki quería mostrar. Días sin dormir, noches en vela tratando de terminar algún ensayo o editando algún video para el canal.
Shoto trataba de ayudarlo en lo que podía. Pero era complicado pues trabajar y estudiar a la vez es muy agotador tanto física como emocionalmente.
Shoto amaba la fotografía, le gustaba dibujar e incluso tocaba la guitarra y ni hablar de su pasión por el baile. Tenía un gran talento para las Artes escénicas también. Por lo que optó por estudiar la carrera de Artes.
¿De qué trabajaba? Pues inició con un simple empleo. Trabajaba en una cafetería, atendía detrás del mostrador. Y no sólo tenía un trabajo, gracias a su talento con el baile, su padre lo contrató para las obras de teatro que necesitaban de bailarines. El baile contemporáneo era su especialidad.
Es cierto que Katsuki tenía dinero más que suficiente como para que Shoto no trabaje. Pero el cenizo sabía que su novio no quería depender económicamente de él. Por lo que ambos trabajaban para pagar su linda casa.
Una algo sencilla para ellos, tres habitaciones, siendo la principal en donde duermen. Las dos restantes pues, una era el estudio de Katsuki, ahí guardaba todas sus cámaras, trípodes y sus computadoras se encontraban también ahí. Sí, prácticamente ese era el área de trabajo del cenizo.
La otra habitación era de ambos también, solo que esta vez era para netamente sus estudios de la Universidad, cada uno tenía su espacio y sabían muy bien donde se encontraba cada cosa. A veces la habitación era un desastre debido a los ensayos que debían entregar, pero nadie movía nada sin consentimiento del contrario.
El ático se volvió de Shoto, pues era espacioso, lo suficiente para sus prácticas de danza, en un rincón tenía unos cuadros con fotografías que había tomado junto a unos dibujos a carbón que hacía. Unos lienzos de tamaño promedio adornaban la pared, en ellos unos paisajes pintados por el bicolor.
Y como practicaba su baile ahí, habían mandado a poner unos espejos en una pared para que así se le sea más fácil.
La cocina, que apenas Katsuki la vio declaró que ese era su lugar, era muy amplia. Los gabinetes bien colocados en la pared, un refrigerador de último modelo yacía en el lugar. La cocina en sí, osea las orillas y eso, eran digitales, por lo que eso dejó más que encantado al cenizo. La encimera cubierta de un mármol blanco con caida de cascada era el toque final de ese lugar.
