Tú eres yo, yo soy tú

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Cuatro grandiosos meses pasaron y disfruté al máximo estar al lado de mi hermoso peli rosa. Desde aquel día de mi graduación supe que Jimin me gustaba y mucho. También podía ver en sus ojos que mis sentimientos eran correspondidos, más ninguno de los dos había dicho nada al respecto. Solo nos gustaba disfrutar cada pasó lento pero seguro que íbamos dando.

Aunque eso iba a cambiar pronto, luego de pasar veinticinco semanas en total a su lado. Descubriendo que era la persona con la cual quería estar y del que me fui enamorando diariamente desde el primer momento en que lo ví sin saberlo. Debía hacer algo para que fuese mi pareja oficial.

No sé cómo o de donde saque el valor y determinación para tomar una decisión así. En mi mente no pasó ni por casualidad el hecho de tener una relación actualmente, todo lo contrario, siempre pensé que estaría solo hasta tener los treinta. Pero mi corazón me gritaba que debía hacerlo, por esta vez arriesgarme esperando tener un resultado victorioso.

Suspiré con pesadez y me paré de la cama. Era muy temprano, pero ya no lograba conciliar el sueño. Había pasado toda la noche pensando qué hacer para pedirle que sea mi novio.

Fui al baño, cepillé mis dientes y tomé una ducha. Al salir me puse algo cómodo y me dirigí a la cocina para hacer algo de desayuno. Unos huevos revueltos con pan tajado, junto con una deliciosa taza de café fue lo único que mi mente podía imaginar en ese instante. Cuando terminé lavé la losa usada y me senté en uno de los sillones de la sala. Seguía intentando encontrar la forma perfecta y las palabras indicadas, pero nada llegaba a mi mente.

Pase el resto del día viendo películas románticas a ver si lograba sacar alguna idea de una de ellas, para mi desgracia no fue así. Todo me parecía muy cliché, repetitivo, rebuscado o exagerado.

Ya frustrado tomé mi mochila, decidí salir a caminar un rato. Vague sin rumbo alguno hasta que llegue a una tienda y lo que ví en la vitrina de esta, llamó mi atención. Sin pensar dos veces entré y lo compre, luego pase por una papelería y pedí que lo envolvieran en un lindo papel de regaló.

Luego de eso, lo guardé dentro de mi mochila y caminé animadamente en dirección a mi departamento, definitivamente este sería un hermoso regalo para mi chico de cabellos rosados. Iba a entrar al edificio pero me encontré con un bajito chico con ojos aguados mirándome desde el umbral de la puerta.

—Minnie —me acerque rápidamente y lo abrace al verlo de esa manera— ¿Qué pasó?

—No encuentro a Moon —dijo entre sollozos— Desde la mañana no se nada de ella. No ha vuelto a comer, Kookie... Estoy preocupado.

—No te preocupes —lo envolví aún más entre mis brazos y acaricie delicadamente sus desordenados cabellos— Te ayudaré a encontrarla, debe estar cerca de tu departamento. Es una gatita muy traviesa y le gusta aventurar.

Sin dudarlo dos veces tomamos un taxi y nos dirigimos al lugar mencionado. Al llegar buscamos por todos los alrededores sin obtener éxito alguno. Ya había anochecido y seguíamos sin tener idea de donde podría estar el minino.

—Estoy cansado, Kookie —dijo sorbiendo su nariz a causa del llanto— Y tengo hambre.

—No has comido nada ¿cierto? —pregunte sabiendo cual sería la respuesta. Lo conocía bien.

Negó con la cabeza e hizo un puchero.

—Vamos a tu departamento, te haré algo de comer y luego seguimos buscando ¿Sí? —lo abracé por los hombros.

Esté solo se limitó a asentir y subimos.

***

—¿Quedaste llenó? —pregunté al ver como terminaba su plato de comida en tiempo record.

Querido Nadie - ♡ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora