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Narrador Omnisciente

El aire abandonaba de manera lenta sus pulmones y las ganas de seguir luchando poco a poco se desvanecían. Sus ojos anaranjados cual atardecer, lastimosamente comenzaron a cerrarse, anunciando la pronta inconsciencia. 

El Pokémon que la mantenía presa, solo la observaba con satisfacción, pues cuál había sido su enojo al verse corriendo exhaustivamente tras aquella Kirlia que, se supone, ya debía de haberse quedado sin ánimos de huir tras verse sin más opciones.

El cuerpo de la más joven empezaba a destensarse, dándole a entender que estaba por desmayarse, así que, estando del todo confiado, giró sobre sus talones y caminó a paso lento con dirección al Honchkrow, quien lo observaba triunfante.

Tan solo faltaban 2 metros para llegar a donde estaban sus cómplices, pero él no llegaría a dar un paso más.

𑁋¡Señor el Caballero, él está...! 𑁋.

𑁋¡Cuidado atrás! 𑁋gritó desesperadamente Torf, pero su advertencia no sería escuchada a tiempo.

Una cuchilla de tonalidad púrpura atravesó inesperadamente el cuerpo del Toxicroak, quien al recibir el golpe, solo atinó a buscar con la mirada al responsable del reciente ataque, pero al no encontrarlo, se dejó caer de rodillas al piso. Físicamente no tenía indicios de alguna herida, pero por dentro, un terrible y desgarrador dolor lo laceraba cual llama avivada desde las profundidades de sus entrañas.

Sus ojos ardían con furia y el deseo de torturar hasta la muerte al culpable de su actual estado le hacía hervir la sangre. Con esfuerzo conectó miradas con el Honchkrow y al entender lo que buscaba transmitir el contrario al negar sutilmente con la cabeza, se abstuvo de hacer las cosas a su modo.

Incapaz de mantener por más tiempo su agarre, soltó con pesadez el cuerpo de la Pokémon bajo su poder, ella por su parte, no logró tocar el pasto, pues dos alargados brazos la sostuvieron con cuidado, procurando que no saliera lastimada.

𑁋¡Infeliz Caballero de 5ta, de esta no sales con vida! 𑁋exclamó Praxedes aún en el suelo.

Efectivamente, el que llegó como caído del cielo no fue otro además de Eamon. Después de acabar con el par que habían dejado para entretenerlo, se dirigió a paso veloz por donde imaginaba que irían, y digo imaginaba, pues no estaba seguro del camino que tomó el enemigo, ya que Silas se había encargado de cubrir su rastro desde el principio.

Afortunadamente, solo bastó un grito por parte de la joven Kirlia para darle la ubicación exacta de dónde se encontraban. La sorpresa que se llevó al encontrarlos fue abrumadora, pues el cuerpo inerte de la pequeña rehén en manos de Praxedes logró alterarlo hasta el punto en que él ni siquiera vaciló para atacar a su oponente, en verdad se sorprendió por la reacción tan impulsiva que tomó. Su cuerpo había reaccionado mucho antes de que su cerebro formulara una orden, aunque su ansiedad se apaciguó en segundos al ver como el pecho de su contraria subía y bajaba lentamente. Solo se había desmayado.

Ya estando más tranquilo, Eamon alejó sus orbes carmesí de la figura de la joven en sus brazos para dirigir su atención a los culpables de todas las desgracias ocurridas esa noche.

Praxedes se puso en pie con ayuda de Silas, mientras que Torf se mantenía analizando cuidadosamente la situación, la cual, claramente dejaba en desventaja al Caballero, quien se encontraba solo y con la fémina a proteger.

𑁋"Maldita sea... esto no acabará bien si no hago algo pronto"𑁋 pensó para sí Eamon.

Pero el tiempo que necesitaba para idear un plan no le fue cedido. El Trevenant y el Toxicroak atacaron al mismo tiempo desde ambos costados notablemente expuestos del Gallade frente suyo. 

Uno por la izquierda y otro por la derecha.

Ante la táctica que tramaban utilizar sus contrincantes, optó por saltar lo más alto que sus piernas le permitieron para esquivar ambos ataques a la vez, acto que sí rindió frutos, aunque no contaba con la velocidad que el tercer miembro del equipo rival poseía. Más temprano que tarde, tuvo enfrente suyo al Honchkrow que, extendiendo sus peligrosas garras tomó con brusquedad la figura de Erea, tomándolo completamente desprevenido.

𑁋¡No! 𑁋exclamó al ver cómo el enemigo pretendía alejarse de la escena con la joven en sus garras. 

Inmediatamente esquivó los ataques contrarios para situarse en un área alejada de estos mismos y así poder apuntar sin problemas al Pokémon pájaro, posicionó su brazo izquierdo lo más recto que pudo y cerrando su ojo derecho, atacó.

Haciendo uso del movimiento Onda Certera, logró dar en el blanco. Al ser este movimiento uno de los más poderosos en cuanto a potencia de ataque y rango de alcance, Eamon se las arregló para aminorar la fuerza con la que lo dirigió, reduciendo en el proceso el tamaño de la onda para que solo diera de lleno en una de las alas de su objetivo.

El cuerpo de Torf cayó directo a las Cascadas Avon, arrastrando consigo la frágil silueta de Erea.

"El Milenio Pokémon"/ 1ra TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora