Antes de ir a almorzar, Lucas se aseguró de que todos los detalles estuvieran en la libretita que siempre llevaba en su bolsillo. Caminaba por el pasillo, ya saliendo de su habitación, cuando chocó con su madre.
- ¿Qué estabas haciendo? – preguntó Dolores, quien llevaba unas mantas y la ropa de su hijo ya listas para guardar. Entró al cuarto y las colocó en el ropero de Lucas. El niño podía ver la pancita crecida de su mamá. Dolores estaba embarazada de unos meses y con su vestido rojo con flores doradas la hacían lucir muy hermosa y elegante.
- Mamá, estoy escribiendo un cuento. Ahora sí, tengo el poder activado – bromeaba levantando sus brazos, aumentando sus músculos, como si de fuerzas se tratara.
- Ay, mi cielito. ¡Qué bonito! Cuéntame, ¿Qué es? -
- Es que no te lo puedo decir. –
- Vamos Luquitas. ¿Se lo ocultarás a tu madre? – decía mientras le apretaba sus cachetes.
- Ok. Es sobre un amor imposible. – contestó rápidamente, con su rostro ya enrojecido. Sorprendida y con una sonrisa luminosa, Dolores prosiguió.
- Uy, interesante. ¿Será una amiguita tuya? Escucho por ahí que tengo un hijo galante-
- Ay mamá. Es lo único que te puedo contar. – El llamado de Agustín a almorzar interrumpió la charla familiar.
Todos se sentaron en la mesa. Agustín, Julieta, Luisa e Isabela de un lado. Pepa, Félix, Camilo, Antonio, Lucas y Dolores en frente, Mariano estando en la punta. Tres sillas vacías. La otra punta de la mesa, la principal, tenía silla simbólica, también vacía. Es el recuerdo permanente de Alma, y quisieron preservarlo así, dejándola ahí, frente al gran árbol familiar. Un hermoso detalle a destacar que está bastante crecido, pues el embarazo de Dolores ha hecho que se expanda una hoja más.
En un silencio estremecedor, Agustín se levanta, toma su copa y brinda: "Por la familia Madrigal, y por los que no están" una lágrima corría por su mejilla que rápidamente la limpió. "Por la familia Madrigal" respondieron todos, pero, tras darse cuenta, Agustín volvió a agregar:
- Por el que viene, será de gran bendición – brindaron por Dolores.
- Gracias tío – respondió dulcemente y todos se acercaron a ella. Pepa casi llorando de la emoción, Julieta con una sonrisa de oreja a oreja, y sus primas muy excitadas.
El almuerzo comenzó bajo un silencio más atroz. Lucas devoró prácticamente todo, y es que, por llevar la novela al día, perdió su desayuno, no había más arepas. Instantáneamente miró a Antonio y dijo:
- Toño, me tienes que seguir contando la historia – susurró a su tío.
- Ay niño ansioso. ¿No veees que estamooos comiendooo? – bromeaba mientas tragaba algunos granos de mazorca.
- Chicos – Dolores llamó la atención. Agustín y Félix se inclinaron a Lucas a preguntarle sobre su novela. Ambos amaban las novelas, los roces familiares, finales abiertos, los romances prohibidos. Aunque fueran distintos, ambos se unían en los mismos gustos.
- Ehhh... todavía estoy escribiendo. Estoy comenzando. – Antonio mostró media sonrisa sin decir una palabra. Luego de una plática de cómo podría ser su novela, Lucas saltó de la mesa con autorización de Mariano y se dirigió a su cuarto. A Isabela se le iluminaba su rostro con la caminada de su sobrino. Lo amaba demasiado.
Llegando al cuarto, sacó su libreta, se sentó erguido y tomó su máquina de escribir. Justo antes de teclear, Antonio irrumpió de un salto y recibiendo a su tucán de la ventana.
ESTÁS LEYENDO
Hasta Nuestro Último Día
RomanceLucas, el hijo de Dolores, está a punto de escribir una novela romántica. Antonio, su tío, lo ayuda contando una historia que él conoció y vio en vida propia y cómo sufrió hace diez años...Un amor imposible pero poderoso nació entre dos personas de...