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Que las dos personas más populares del último año estuvieran saliendo no era sorpresa para nadie. En realidad, no todos creían que ellos estaban juntos.

Vamos, ¿no era eso algo tan cliché? Cuando el capitán del equipo de fútbol (cuerpo de infarto, ojos matadores y personalidad picante) y el líder del club de baile (movimientos que te dejan un intenso calor en cada fibra de tu pobre ser, sonrisa perfecta y tan modesto como sólo él podía serlo) decidieron mostrar su relación dos años atrás, era poco creíble. La noticia había armado revuelo y consiguieron que los estudiantes estuviesen pendiente de su comportamiento, y secretamente aguardaron que dieran por terminada esa farsa –que, por muy extraño que sonara, parecía no tener fin–.

Todos los días Christopher Bang y Lee Minho llegaban a la institución en el auto del mayor. Se daban una sonrisa antes de entrelazar sus dedos y caminar hacia la entrada con aires de grandeza, los llamaban La Pareja Real por el comportamiento altivo de ambos, un nombre muy irónico si lo analizaban bien. En el almuerzo estaban juntos, obligando a los bailarines y a los futbolistas a sentarse todos en la misma mesa. La mesa del desastre popular.

Cuando Minho tenía práctica de baile, Bang siempre estaba en la banca frente al salón, mirando su celular con paciencia mientras esperaba que su novio saliera.
Entonces el menor de ambos abriría la puerta con ojos brillantes, el cabello castaño muy claro pegado a su frente por el sudor y una sonrisa en sus labios.

"—¿Nos vamos? —preguntaría Christopher, acariciando su cintura.

—Sí, ya estoy listo —un beso. Se darían un beso rápido en los labios antes de partir a casa."

En el caso de Christopher, el bailarín estaba presente en cada uno de sus juegos (siendo éstos importantes o no). Lo veían muy feliz en primera fila, portando de manera orgullosa la chaqueta con el apellido BANG y el número uno detrás.

Si el equipo de Christopher ganaba, Lee corría a sus brazos, enrrollando sus piernas en las caderas del deportista.

"—¡Ganaste, Chris! —diría Minho, picoteando sus labios.

—Este juego es por ti. Todo por ti, bebé."

Las ocasiones en las que perdía, también corría para abrazarlo, y besaría el rostro de Christopher una y otra vez para eliminar la expresión derrotada en su cara.

"—¿No estás decepcionado de mí? —un chico llamado Yang Jeongin había escuchado al estar cerca de la pareja.

—Nunca, amor —dijo el castaño— Eres mi número uno siempre."

Jeongin comenzó a creer que sí estaban enamorados.

Para empezar, la manera en la que se veían a los ojos fijamente demostraba algo en ellos. Pero, ¿qué era ese algo? Su comportamiento cambiado era otra señal, ya que no podían encontrar rastros del confiado Minho cuando estaba entre los brazos de Chris, ocultandose en su cuello como si temiera del mundo que los rodeaba. A Christopher tampoco lo reconocían ni por asomo, la sonrisa tonta en sus labios a la par que murmuraba en el oído de Minho era suficiente para saberlo.

Chicos curiosos como Yang Jeongin sobraban, de hecho, el primero en estar en la larga lista era el mejor amigo de Minho. Hwang Hyunjin insistió al castaño que le confesara lo que se tramaba con Bang, viendo imposible que su amigo dijera amar a alguien más que a él mismo. Al final no le quedó más remedio que aceptarlo.

Efectivamente, Minho y Christopher eran novios. Novios reales.

Y pese a que Seungmin (el novio de Hyunjin) no creyera, el muchacho feliz tenía pruebas concretas. Él los pilló en la habitación de Minho perdidos en los labios del otro sin notar su presencia en el umbral de la puerta. Después los halló durmiendo en la misma cama; un Bang sin camiseta rodeaba la cintura del menor, quien vestía una prenda blanca perteneciente al deportista. Sin contar que en cada reunión familiar que los Lee hacían, no faltaría la presencia cómoda de Christopher.

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𝗽𝗼𝗽𝘂𝗹𝗮𝗿𝘀 𝗱𝗼𝗻'𝘁 𝗳𝗮𝗹𝗹 𝗶𝗻 𝗹𝗼𝘃𝗲 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora