Para muchos, aquel deseo era algo abominable, para otros incomprendido, para ella es simplemente una necesidad. El silencio era profundo y "Hermoso" una fuerte brisa se deslizaba por el tibio capó de la camioneta, se movía de un lado al otro, luego arriba y abajo, una mano enorme se lanza y se desliza acariciando el parabrisas hasta que es sacudido hacía atrás, una música chillona y repetitiva interrumpe el encanto del silencio, pero no era inoportuno, aquel tono significaba una cosa— Hola abue — dice con un tono de niña emocionada mientras jalaba una cuerda por encima del pecho del señor Edmund. —Tu padre pregunta por ti ¿En dónde estás?
—Estoy cerca de la ciudad de Indalck
—¡Tan lejos! Espera... ¿Lo hiciste?
—Aquí lo tengo abue, es parecido al retrato ¡Lo atrapé!
—Pero ¿Hoy? ¿Porqué hoy?
—Ya se hubiera cobrado a otra. Además podré llegar a la ceremonia. Tu tranquilo.
—Por favor hija llega rápido y se cuidadosa. Si alguien te ve, todo habrá acabado.
Revisa su reloj, faltaba una hora, inoportunamente el cuerpo era enorme, un oso vestido de hombre. De repente escucha esa susurrante y fría voz, otra vez ella, su compañera silenciosa, le pedía con insistencia propinarle un tortuoso final, quizás empezar con arrancarle los párpados para que no pueda cerrar los ojos y no perderse el largo proceso de convertirse en trozos de carne. Luego de haberse saciado, arrojar esos pedazos al bosque dónde solía enterrar a sus víctimas, aquello sería algo irónico y hasta poética, pero todo el trabajo y la paciencia de capturarlo se habría vuelto un desperdicio, uno tan grande cómo su presa ¿Cómo esconderlo y llegar a tiempo a la ceremonia de su padre?
Tenía sed, el calor es insoportable pero antes de que sus labios toque la boca de la botella, observa el cuerpo encorvado hacía abajo. Lo acuesta al asiento, le quita los lentes y lo vacía en la cara de Edmund, aquel hombre abre lentamente los ojos y levanta la cabeza. Estaba perdido, por un instante creé que todo era una pesadilla hasta que ve que sus dos manos estaban amarrados al volante. Nima tensa la cuerda, otra vez la misma pesadilla.— Necesito un favor — Le suspira al oído — y te sugiero que lo hagas bien.
Edmund estaba callado y colorado, Nima sabe que ardía en una furia contenida. Le era humillante estar en la misma posición de una víctima y más si se trataba de una chiquilla. Vuelve a tensar la cuerda con mucha fuerza, la espalda de Edmund se arquea para atrás y se notaba mucho las venas de su frente y el quejido de su garganta— Quiero que asientas si has entendido.— Edmund con la cabeza arriba hace todo su esfuerzo— Perfecto. Ahora quiero que vayas a está dirección.— Le coloca con delicadeza los lentes y le muestra un mapa con un círculo rodeando una calle. Era al norte, en una ciudad segura, Lidia, no estaba muy lejos. Edmund es un asesino en serie de muchos años, su experiencia le a enseñado que mientras más aisla a una víctima menos posibilidad tiene de escapar. Se preguntaba 《 ¿Porqué Lidia? un sitio dónde hay muchas seguridad 》 piensa que su chiquilla no es tan experta cómo creía, si sabe mover sus cartas, quizás tenga la oportunidad de escapar.
Por fin en marcha, el buen corderito de Edmund, sin trucos y vacilaciones, siguió el camino al degüello, tomó la ruta que llevaba a Lidia, su rostro dejó de estar tenso, su mirada volvió agarrar vida. Nima soltó un poco la cuerda, Edmund no dijo nada salvo una pequeña mirada de agradecimiento que se reflejaba con el de ella a través del retrovisor.
El sonido del viento mezclado con el motor calmaba a la chica pero su otra mitad seguía insatisfecha. Durante unos cinco minutos se subió a una colina que llevaba a una quinta. Afuera esperaba un vigilante— Detente — dice al fin — Bien Ed, lo hiciste bien. — Le acaricia la cabeza cómo si tocara a un obediente cacharro. El señor Edmund sentía golpes y movimientos detrás de su asiento, ve que en el espejo retrovisor se reflejaba un cuerpo pálido y unos pechos bien pronunciados que era cubiertos por un sostén violeta, se queda fijo observando cómo se desnudaba su sensual asesina, hasta que una mano se extiende hacía el retrovisor y lo gira señalando sus ojos — Se terminó el espectáculo — dice Nima mientras se cubría. Edmund esperaba silencioso, la cuerda que tensa su mano estaba perdiendo fuerza, mientras manejaba iba jalando de ella, hasta que lo consiguió, sólo tenía que liberar una mano.
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Nima - Una depredadora disfrazada de presa
ActionDespués de ver con sus propios ojos el asesinato de su madre a una edad muy temprana, despertó en ella una necesidad proscrita y su abuelo es la única persona qué conoce su secreto, protegiendo a los demás de esa terrible verdad. Ahora vive canaliza...