Cuando yo muera

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CAPITULO ÚNICO

—Oye, Inuyasha...

La brisa nocturna veraniega mecía los cabellos de ambos, en una danza iluminada por las estrellas del cielo feudal. Los ojos de la chica brillaban tristes y anhelantes mirando al universo, ignorando a su compañero de cabello blanco a su lado. Suspiró y se dejó caer en el hombro del chico, moviendo su cabeza suavemente un par de veces simulando una caricia contra la tela de rata de fuego.


—Inuyasha...

Bajó su mirada hacia ella y la volvió a subir rápidamente bufando y cerrando los ojos. No lograba entender su repentina tristeza al mirar al firmamento, hace tan sólo unos momentos ella yacía risueña a su lado. Humanos, pensó, con sus raros cambios de humor. Le molestaba, ella olía a tristeza y, aunque no había derramado ni una lágrima, su nariz captaba más salinidad de lo normal en sus ojos. Y entonces, ella habló.

—¿Qué harás...?- Tomó aire.- ¿Qué harás cuando yo...?- La chica no podía continuar.


Lo estaba poniendo muy nervioso con su manera de actuar repentina. Un tic se hizo presente en su pierna izquierda y ya no pudo más, la chica no hablaba y su paciencia -la cual era poca, poquísima-, se había agotado.

— Keh, perra tonta, ¿Te tragaste tu lengua o qué?

Esperó la palabra mágica y se tensó al no recibirla y notar que ella no había cambiado de expresión ni de posición. ¿Porqué estaba triste? ¿Qué había hecho mal? Le proveía de comida, agua, compañía...Amor. ¿Porqué esa perra tonta había cambiado de humor en cuestión de segundos?

—Cuando muera...- Su voz salió en un susurro apenas sin voz, pero él, sus orejas, habían captado cada sílaba salida de los labios de esa mujer. Se quedó congelado.

—¿¡Qué dices!?- Bramó llevando su brazo a envolver la cintura de la mujer, atraiéndola aun más a su cuerpo si podía.- ¿¡Te estás volviendo loca, Kagome!?- De repente se tensó y olisqueó a su alrededor sin levantarse ni soltar a la chica.- No hay ningún demonio cerca y si lo hubiera lo destrozaría. Te protegeré siempre, ¿entiendes eso?- Ella asintió contra su hombro.

Se quedaron en silencio, un silencio incómodo que él deseaba poder cortar con su colmillo, sabiendo que eso no era posible ni lo sería. Subió su mano y sujetó la cara de la mujer para que lo mirara. Sus ojos, aquellos que lo miraban brillantes, ahora lucían apagados y tristes. Bajó su frente y la pegó a la de ella, moviéndola hacia los lados en una caricia.

—¿Qué te ocurre, Kagome?- Su tono de voz fue suave ésta vez. Ella se agarró a la tela de su pecho como si él fuera a desaparecer en cualquier momento.

—Soy humana, Inuyasha...- Él soltó una risa chulesca y la cortó al ver que ella no se reía. Claro que era humana, no lo acababa de descubrir.- ¿Qué harás cuando yo muera, Inuyasha?

Se olvidó de respirar, sus ojos dorados se abrieron en sorpresa y shock, ¿qué estaba diciendo esa mujer? ¿Porqué estaba atormentándose con eso? ¿Porqué lo atormentaba ahora a él con sus pensamientos idiotas?

— Envejeceré y moriré Inuyasha, porque soy humana.- Lo abrazó queriendo fundirse con el medio demonio congelado a su lado.- No quiero dejarte solo, no quiero que sufras, no por mi, cariño...- No pudo contener sus lágrimas y las liberó perdiéndose en la tela roja de su pareja.

Cuando yo muera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora