La metáfora de la Hoja de Menta 04

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Pero qué hay de mí ¿No quieres que siga siendo la mariposa que atrapaste inadvertidamente?

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Albariño Bacchus yacía en el pequeño cubículo donde los prisioneros eran recluidos temporalmente en la comisaría de Westland, era una pequeña habitación con sólo una cama de tablas de madera y un delgado colchón. Todavía no había salido el sol pero una tenue luz blanca ya se filtraba por la alta ventana de la pared.

El caso del asesinato de Sarah Adelman seguía sin llegar a ninguna parte, y estaba claro que el proceso de detención de Albariño no se iba a detener por ello. Para entonces el fiscal solicitaría una audiencia previa al juicio, y cuando compareciera en el tribunal se negaría, por supuesto, a declararse culpable, y sería el juez quien debía determinar si podía solicitar la libertad bajo fianza en un caso tan violento.

Albariño no podía evitar preguntarse si tal vez no volvería a ver a Herstal hasta que llegara la audiencia previa al juicio. Por supuesto, siempre podía llamar a Herstal si quería en cualquier momento, ese era al menos su derecho garantizado, pero sospechaba que incluso entonces Herstal seguiría burlándose de él por teléfono, como era habitual.

Aunque Herstal había provocado este lío principalmente porque quería que la Unidad de Investigación de la Escena del Crimen registrara su casa, Albariño no dudaba de que el hombre estaba disfrutando igualmente de verlo entre rejas: ambos sabían perfectamente que Al no quería ni seria restringido de su libertad, pero de todas formas era interesante ver si inesperadamente le caían unos cuantos años en prisión por el lío en el que estaba metido.

No es que Albariño haya tenido nunca una visión de fugarse de la cárcel si era apresado, pero ahora no era el momento.

No tenía nada a la mano y estaba aburrido tumbado en su dura cama hasta que le dolió la espalda. Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, la puerta de su pequeño compartimento se abrió de repente.

Bart Hardy estaba de pie en la puerta, con el rostro cansado y aparentemente sorprendido. Dijo con voz ronca: "Al, necesitamos que salgas un momento".

"¿Eh?"

"No es que estés siendo liberado, pero después de todo, según la ley debemos de asumir que eres inocente hasta que seas oficialmente sentenciado", Hardy asintió lentamente, "... Vamos, necesito tu ayuda".

-Había un cuerpo al otro lado de la calle de la estación de policía de Westland.

La temperatura estaba bajando rápidamente después de octubre y sólo había un borrón de blanco al final del cielo. Albariño cruzó la carretera rodeado por varios policías, y le hizo un poco de gracia que unos cuantos lo miraran como si ahora los fuera a asesinar en cualquier momento y huir.

Justo enfrente de la comisaría había un estrecho callejón entre dos edificios, limpio, desértico y completamente inmerso en la oscuridad. Ahora, entre las sombras de la pared y el muro yacía una mujer, con un abrigo rojo, el pelo suelto y la mejilla claramente golpeada. No había ningún charco de sangre debajo de ella, pero su pecho estaba empapado de sangre. Albariño no dudó de que si le quitaba la ropa ahora, vería varias puñaladas desordenadas en su pecho.

El cuerpo había sido encontrado por un policía que salía de su turno de noche, y por el momento, aún no había llegado ni el examinador de rastros, ni el investigador de la escena forense; Albariño y Hardy estaban junto al cuerpo mientras otros agentes establecían un cordón.

"No creo que esta haya sido la escena principal, de lo contrario, no habría sólo estas pocas manchas de sangre. Mira estas heridas, me temo que murió por pérdida de sangre". Albariño tomó los guantes de látex que le entregó Hardy y se arrodilló junto al cuerpo. Aunque ahora era un sospechoso físicamente restringido en el sentido legal, bien podría utilizar su experiencia para hacerle un favor a Hardy. Ahora mismo no tenía una sonda a mano para tomar la temperatura del cuerpo, pero no tenía problemas para comprobar el rigor mortis y la opacidad de la córnea. "Calculo que lleva siete u ocho horas muerta. Son poco menos de las siete, así que probablemente murió alrededor de la medianoche".

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora