Capítulo 16: Contigo.

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Tocó con demasiada insistencia la puerta, rogándole a Dios para que me abra y me de ese abrazo que tanto necesito y no me mande a la mierda por lo hija de puta que he sido con el. 

Mis lagrimas se deslizan silenciosamente por mis mejillas cuando después de dos minutos tocando, esta no se abre. Mi corazón duele pero supongo que dolió mas el de el cuando lo saque de mi vida de una patada sin cuidado alguno. Doy media vuelta sin saber muy bien hacia donde ir, no queriendo ir a refugiarme en las drogas como siempre. Tenia muy en claro que esto podía hacerme colapsar así que quería mantenerme libre de drogas para poder afrontar mis problemas de una vez por todas. Suspiro sintiendo está opresión tan dolorosa que tengo en el pecho pero el sonido de la puerta abriéndose me detiene. Me giro sobre mis talones hasta tener de frente a un Ryan descalza con tan solo un Pans cubriéndole la parte baja, y con una cara de haberse despertado.

—¿Kaylee? —frunce el ceño mirándome con confusión—. ¿Por qué lloras?

Tomándolo desprevenido me lanzó a sus brazos, y es ahí cuando me desmoronó por completo. Rodeó con fuerza su cuerpo en busca de esa protección que el siempre me brinda, sus brazos tardan en reaccionar pero cuando lo hacen se siente bien.

—Mi Kay-Kay...

—Solo abrázame, por favor —suplicó.

No sé que me causa más dolor, si el que mi pasado volviera o que el aún se siga preocupando por mí después de haberlo rechazado tan cruelmente. Me calmó poco a poco con su voz en el oído repitiendome una y otra vez que todo estará bien, aunque no sea así.

—Ven, tenemos que entrar —se separa lentamente mirándome a los ojos.

Dejo que me guíe hacía el interior de su casa. Me permito recorrer el lugar con los ojos, encontrándome un espejo roto en un rincón del lugar, pero lo que más me sorprende es el vestido que yace tirado cerca de la sala de estar. Trago el sabor amargo que se hace presenté en mi garganta, dándome cachetadas mentales por sentir celos de algo que no es de mi incumbencia.

—¿Hay alguien más aquí? —suelto la pregunta tan pronto la pienso.

Dios, soy tan estúpida.

—¿Que? —me hace sentar mientras me mira sin entender.

Señaló la prenda y eso lo hace sonreír, haciéndome desear borrarle ese sonrisa de un puñetazo.

—Oh, no, no te preocupes —se rasca la nuca con nervios. La toma entre sus manos tirándola dentro de un cajón escondiendola.

—Creo que es mejor que me vaya, no quiero causarte problemas —me levantó apresuradamente sintiéndome torpe.

—¡No! —me hala sentándome de nuevo—, Ese vestido es de la novia de un amigo, les preste la casa y al parecer hicieron una fiesta de dos —se encoje de hombros.

—No te estoy pidiendo explicaciones —salto a la defensiva.

El suspira profundamente antes de recostarse en el sillón cerrando sus ojos.

—No, no lo haces pero de alguna manera yo quiero dartelas —voltea hacía mi—, así que... ¿Que fue lo que ocurrió?

—Nada, solo fue por el estrés que he tenido estos días —respondo rápido.

Hasta flash se queda pendejo al lado mío, ja.

—Dejemos de lado el echó que casi no te entendí una mierda —se ríe ligeramente—, se que me estás mintiendo por que si fuera solo estrés no estarías aquí, si no en algún lugar consumiendo cuánta mierda se te atravesará.

—No estoy mintiendo.

—Solo te diré que si no sacas todo lo que te hace daño, vivirás ahogada en toda esa oscuridad que te rodea y nunca podrás darte la oportunidad de ser feliz —acaricia mi mejilla cariñosamente—. ¿Sabes que cuentas conmigo apesar de todo, verdad?

El último suspiró.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora