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Chan abrió la puerta de su departamento, dejando su mochila en el suelo y luego cerrando la puerta detrás suyo.

—Estoy-

Se mordió la lengua y sintió sus mejillas enrojecerse. No era fácil quitarse un hábito que llevaba haciendo por años.

Una cabecita castaña se asomó desde la puerta de la habitación y al verlo salió por completo, caminado hacia él.

—Bienvenido.—habló con una sonrisa.

Llevaba un pantalón de pijama grande y una camisa que Chan le había prestado, iba descalzo y su cabello aún lucía ligeramente húmedo.

—S-Si...gracias, supongo.—se sentía extraño al recibir una respuesta, más de alguien a quien aún no conocía del todo.

—¿Cómo te fue hoy?—preguntó, poniendo uno de sus pies sobre el otro.

—Bien...estuvo bien, ¿que tal tu día aquí?—preguntó quitándose la chaqueta y aventandola al mueble.

—Estuvo bien, limpié el piso, sacudí tus muebles, también limpié el baño, no quise lavar tu ropa porque no sabía si debía tocarla y-

—Felix—Chan le interrumpió con el ceño ligeramente fruncido—no tenias que hacer todo eso.

—Si, ya sé pero...—bajó la vista hasta sus pies.—no quiero ser un inútil. No me gustaría que te enojaras conmigo.

—¿Qué? No, Felix. No voy a enojarme contigo.—se acercó unos cuantos pasos al menor—ni siquiera yo cuido tanto mi departamento—le sonrió—gracias, pero está bien, no tienes que hacer esas cosas, no voy a enojarme, ¿bien?—el menor asintió.

Chan asintió despacio también, apretando sus labios en una sonrisa y luego se alejó un poco para recargarse en el respaldo del mueble.

—¿Cenaste ya?—le preguntó y Felix se mordió el labio.

—No, aún no.

—Bien—Chan habló de forma animada, encaminandose a la cocina—¿quieres que prepare algo? ¿O prefieres que pida algo? ¿O mejor salir a comer? Debió ser aburrido estar aquí encerrado todo el día.—miró el fregadero, donde no se encontraba ningún plato ni cubiertos sucios. El escurridor también se encontraba vacío.

—Uhm, no sé si quiera salir todavía...

—...si. Felix, ¿comiste bien en el día?—preguntó, volviendo hacia el menor.

—S-Si...desayuné un plátano y me preparé un sándwich para comer.

—¿Sólo eso?—preguntó el rubio frunciendo ligeramente el entrecejo.

—No quiero gastar tu comida...

Bang suspiró y se acercó al menor, parándose frente a él.

—Felix, la comida de aquí es de ambos, la compré yo y tu hermano está pagando por ti. Come lo que quieras cuando y cuanto gustes. Incluso si Minho no la pagara no me importaría si la comieras.—le aseguró.—sólo come bien, ¿de acuerdo? Nunca te quedes con hambre.

—No, yo...está bien, tampoco suelo comer demasiado.—intentó tranquilizarle, fallando.

Chan hizo una pequeña mueca e inhaló profundamente. Necesitaba llevar a este chico con Minho lo antes posible. El chico definitivamente necesitaba ayuda y probablemente lo mejor sería que estuviera con su familia.

—De acuerdo, Felix. Necesito ir a comprar la cena, ¿bien?—el chico asintió—intentaré no tardar demasiado.

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Tú de estrellas. CHANLIX AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora