52. EL ÁNGEL CON LAS MANOS MANCHADAS

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NICOLÁS

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NICOLÁS

—Te dije que no la dejaras entrar. Apesta a su perfume por toda la casa —digo para distraer un poco la atención y tomar el pedazo de papel sobre la mesa.

—¿Cerraste antes? —me pregunta mientras se acomoda en el sillón.

—No, Jorge se quedó a cubrirme.

—¿Te sientes mal? —se levanta para acercarse y examinarme visualmente.

—Un poco ¿A qué vino? —insisto. Necesito saber que fue lo que le dijo Cassandra.

—A molestar ¿A qué va a ser? —contesta fastidiado.

—Sí, ¿pero qué te dijo?

—Tonterías, Nico. Relájate, descansa.

Él me vio guardar el papel, así que no tiene mucho sentido fingir para quedar cómo un tonto. Vuelvo a sacarlo y a desdoblarlo.

—Yo quería contártelo. Pero no sabía cómo —confieso.

—No importa, de verdad, olvídalo —murmura mirándome directo a los ojos. Trata de tranquilizarme aunque él no lo está.

—¡¿Ves?! ¡Reaccionas justo cómo no quería que lo hicieras! ¡¿Me tienes miedo ahora?!

Me altero, una vez más, no puedo evitarlo. Siento las emociones a flor de piel y estallo pareciendo melodramático.

—Nico, tranquilo —levanta las manos—. Soy el menos indicado para juzgarte ¿Recuerdas? Y no, no te tengo miedo, ¿o debería? —sonríe afable, pero no le creo.

—¡No! ¡Yo jamás te haría daño! ¡Yo te amo!

Tomo su cara entre mis manos.

—¡¿Me crees?! ¡¿Me crees que nunca te haré daño?! ¡¿Me crees qué te amo?!

—¡¿Me crees?! ¡¿Me crees que nunca te haré daño?! ¡¿Me crees qué te amo?!

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ELEODORO

Siento un escalofrío al recordar que eso, incluso con el mismo tono desesperado, se lo dije a Davina alguna vez. Supongo que por eso me tenía miedo. Demasiado de cualquier cosa, hace daño.

Abrazó fuerte a mi amigo para que no vea la cara de terror que tengo en este momento y respondo sin estar muy convencido:

—Y yo a ti, Nicolás. Pero no te alteres.

No sé por qué ahora no me siento sincero. Yo también lo quiero, pero son sus arranques los que me hacen ver banderas rojas y luces intermitentes advirtiéndome de un posible peligro.

Aunque basta mirarlo para ver qué apenas si puede sostenerse.

Dice que me ama, qué nunca me hará daño, ¿verdad? Lo dice y lo quiere creer. Pero yo se lo dije a Davina muchas veces, aunque no le importara y lo hice. Y no me lo perdonaré jamás.

¿Pero si muero, a quién le importaría ya? Si la única persona qué me queda, es precisamente él.

¿Y si me mata? Lo tengo merecido. Moriríamos juntos y sería lo mejor.

Ahora soy yo quien acuna su hermoso rostro angelical entre mis manos y lo observo. Se ve tan angustiado. No puedo permitirlo. Un ángel con las manos manchadas, sigue siendo un ángel. Imposible no amarlo. Imposible no sentir compasión. Sonrío lleno de la ternura que me inspira y le doy el que espero, sea el mejor beso qué le hayan dado en años.

Sus labios se sienten fríos, al igual que toda su piel. Me preocupa y me duele la idea de perderlo. Pero no lo atormentaré con preguntas que sé, no quiere responder.

Lo suelto y le quito de las manos ese maldito papel para hacerlo pedazos y depositarlo sobre el cuenco de madera sobre la mesa.

—Te declaro mi amor, Nicolás Mendívil. Mi amor eterno e incondicional. No me importa nada más que el aquí y el ahora. Estoy listo para pasar el resto de nuestras vidas juntos.

—¿Quieres...?

—Pero déjame empezar a mí, ¿si?

¡Trágate esta, víbora progre! Viniste a destruir y cómo todo lo que haces, te salió mal.

Le empiezo a quitar la ropa despacio, conduciéndolo hasta su cuarto y luego a su cama. Tiene que aprender algunas cosas este señor, como la paciencia, por ejemplo.

Allan es un gato muy discreto y educado, sabe cuándo irse y lo hace.

NICOLÁS

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NICOLÁS

Es importante recompensar a las personas que están a nuestro servicio, es lo que mi tío siempre me ha dicho. Por eso, tanto Julián, cómo Jorge, serán tomados en cuenta en mi testamento con una buena cantidad. Espero que sea suficiente y acorde a sus años de lealtad. Incluso a ese par de idiotas a los que envíe a proteger a Ele en la cárcel, tendrán algo. No pensaba dejarles nada, pero supe que él se preocupó por ellos y compró algunas cosas para llevarles cómo agradecimiento. Es tan noble...

El resto será para él. Es tiempo de que empiece a trabajar por sus sueños y me alegra ser yo quien ayude a hacerlo posible.

ELE (Versión Extendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora