Único

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Los últimos rayos de sol chocaban contra su cara mientras esperaba sentado en aquel banco. No solía ir a fiestas, no las odiaba pero tampoco le gustaban, había pasado más de medio año desde que fue a una, pero cuando vio la mirada iluminada de su amigo pidiéndole que por favor le acompañase porque no quería ir solo no pudo decir que no. Kokonoi era su debilidad y eso Inui lo sabía muy bien, si el le pedía algo lo hacía sin objetar, lo cual le preocupaba, porque sabía perfectamente que su amigo no haría lo mismo por él. ¿En que momento se había vuelto tan sumiso? El sonido de la bocina le sacó de su trance, era el sonido inconfundible del 4x4 de su amigo. Levantó la cabeza para ver a su amigo dentro del coche negro saludándole y no dudo en ir hacía él.

- ¡Que guapo te has puesto Inupi! – dijo Koko observándole de arriba abajo mientras su amigo se subía en el asiento del copiloto. – Nos lo vamos a pasar en grande esta noche, ya lo verás.

- Eso espero. ¿Está muy lejos de aquí?

- A diez minutos en coche, es en casa de Hanma.

Y ahí empezaban las malas noticias para Inui, el rubio suspiró, odiaba a Hanma, había algo en ese chico que no le gustaba, pero lo que más odiaba es como se comportaba Kokonoi cuando estaba con él, como se volvía alguien menos dulce y estirado, alguien que claramente no era él.

- ¿Conozco a alguien más de los invitados?

- Bueno si, conoces a casi todos; Taiju, Izana, Kakucho, Kisaki...- el pelinegro parecía enumerar a toda la gente que Inui prefería evitar.- Ah, bueno, creo que también vendrán algunos miembros de la Toman.

- ¿Estará Takemichi? – preguntó con un ápice de esperanza.

- Lo dudo, se lleva mal con Kisaki, pero seguro que están Mikey y Draken. – Koko movió la mano del cambio de marchas a la rodilla de Inui y se giró brevemente para observarle. – Hazme caso Inupi, nos lo pasaremos bien, ya lo verás.

Inui solo suspiró y le dedicó una sonrisa de decepción que el conductor pareció no percibir. Aparcaron en un parking de pago a una calles de la casa de Hanma porque Koko no se atrevía a dejar en la calle a lo que el llamaba su bebé. Sin tener en cuenta lo incomodo que era para Inui caminar con tacones en subida, pero por una vez el rubio lo agradeció, necesitaba que le diera el aire antes de entrar en su peor tortura. Koko cargaba una bolsa que había sacado del maletero que intrigaba a Inui.

- Oye, si no estas seguro de si quieres venir estamos a tiempo de dar media vuelta. – dijo rozándole la mano. – Puedo, llevarte a casa y luego vuelvo yo.

- No, tranquilo, estoy bien.

Mintió, porque solo había algo peor que estar en esa fiesta y era estar encerrado en casa mientras sabía que Koko estaba en esa fiesta. Sabía perfectamente lo influenciable que era su amigo y lo malas influencias que eran Kisaki y Hanma y, si Koko iba a hacer alguna locura él quería estar cerca para ayudarle a poner los pies en la tierra. La casa de Hanma apareció frente a ellos, había estado más veces allí por lo que no se sorprendió de ver el estado lamentable en el que estaba la vivienda. Si antes de conocer al dueño hubiese pasado por delante hubiese pensado que se trataba de una casa abandonada. Era una vivienda de dos plantas, con el exterior grafiteado y descorchándose, contaba con un pequeño jardín lleno de trastos y un par de sillas que parecía que alguien hubiese dejado ahí para no llevarlas hasta la basura. Koko se acercó a la puerta y miró la hora antes de picar. El anfitrión abrió la puerta con una enorme sonrisa, iluminado únicamente por la luz tenue del interior.

- ¡Koko! Te estábamos esperando, pasa por favor. – Se echó a un lado e Inui pudo observar la débil mueca que le hacía al verle antes de volver a dirigirse a Koko. - ¿Has traído lo que te pedimos?

I wish you were sober [Kokonui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora