6. August y Milen

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Shered es el jodido diablo

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Shered es el jodido diablo.

Al principio no entendí que demonios hizo, los latidos de mi corazón retumbaron más fuertes que mis pensamientos intrusivos, aun sin aliento mantuve el contacto visual esperando que me diera una respuesta. Entrecerré los ojos para lograr ver qué había logrado grabar o no la niña a unos metros de nosotros con su teléfono, se me fue el color del rostro al percatarme que no es una grabación.

Es un en vivo en Instagram.

—¿No dijo la reina que no vas a contarla si te vuelve a ver con una chica? —la sonrisa de Shered se torció, hasta ese momento pensé que el "odio" que me tenía era fingida.

Pero nunca vi nada más real que el desprecio en su mirada al limpiarse los labios por nuestro "beso".

—¿Por qué hiciste esto?

—Para ver si así te sacan de aquí y dejas de ser mi problema, princesita.

—No soy tu problema.

—Desde que entraste por la puerta de mi cuarto, sí, lo eres. Y estás complicando la convivencia en mi grupo, cosa que no pienso permitir.

—¡¿Lo vas a arreglar destruyendo mi vida?!

—No te vas a morir por besar a una chica, Bettha —negó con la cabeza—, por cierto, deberías aprender a hacerlo mejor. Tal vez la próxima te enseñe.

—¿Próxima vez? ¿Te haces una idea de cuánto te detesto ahora mismo?

—Soy buena con las ideas —la puerta a la fiesta se abrió, Shered se apartó de la pared—. aléjate de Amelie, te lo digo como amiga.

Tomé aire, mi mente aún no lograba procesar ni entender su comportamiento, deslicé el botón de la cámara frontal del teléfono, su labial rojo oscuro se quedó alrededor de mi boca. Froté la yema de mis dedos contra mi piel intentando retirarlo sin éxito.

Estúpida seudoembajadora Douglas, estúpido cabello castaño, estúpidos leoninos de mierda.

Para muchas chicas, compartir cuarto con una puede ser un sueño. Desde ese instante, para mí se volvió una pesadilla.

Ni siquiera activé el internet del teléfono, pero recibí una llamada de Sherman afirmando que esta vez no fue él, eso me hizo sonreír. Lo quiero descuartizar vivo aunque eso no evita que me cause termina o me haga gracia su sentido del humor.

Eran las tres de la mañana, casi cuatro, aún me quedaban dos horas hasta que mi madre se entere. Al volver no encontré a ninguna de las chicas, incluso la mayoría de mis compañeras se fueron, si el enojo se estaba aflorando en mí, en ese momento se creó un jardín de ira dentro mío. Tampoco me dijeron como volver al menos.

Buscando caras conocidas, me encontré con Milen cargando un niño de ojos azules durmiendo sobre su pecho. Algo apenada de que me viera acribillando a su amigo una hora antes, carraspeé intentando que me notara, aunque siguió ocupado.

Si ellas quisieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora