Cuelgo mi mochila al hombro y corro en busca de la salida. Leo los carteles sin dejar de caminar, aminoro mi paso una vez veo la cristalera que delimita con la salida. Inspiro profundamente parándome antes de cruzar las puertas. Ya no hay marcha atrás. Trago saliva y cruzo con lentitud las puertas, junto a otros pasajeros. Busco con la mirada a la chica, que habla con un teléfono colocado en la oreja. Camino hacia ella, hay una mujer más mayor a su lado, persona que reconozco perfectamente.
— ¿Olivia? — la madre de Pablo me mira con el ceño fruncido — ¿¡Cómo tú por aquí!? — abro la boca al notar sus brazos al rededor de mi cuerpo — Tu tío me ha dicho que no sabía nada de ti desde... — me alejo de ella, aprieto los labios y asiento— ¿Quién te viene a buscar, niña?
— Tú, supongo — sonrío mirando hacia la hermana de Pablo, que alza las cejas boquiabierta.
— ¡Tenía que saber que eras tú a quién venía a buscar! — ella vuelve a abrazarme, me agobia la forma en la que es capaz de abrazar de cualquier persona — Sólo tú podías aguantar al Pablico, Aurora no me sabes decir el nombre de la chiquilla— asiento riendo, notando cómo mi cara se sonroja, la hermana de Pablo se encoge de hombros.
— Bueno, hay días que aún dudo que sea capaz de hacerlo — le sonrío—. ¿Vamos? No quiero que se impaciente demasiado, llevo sin responderle a los mensajes desde antes de subirme en el avión, y supuestamente estaba en la biblioteca hasta las dos y media.
— ¡Claro! Tengo el traje en el coche, te vas a tener que cambiar ahí rápido — aguanto una risa siguiendo a las dos mujeres, recordando la de veces que mi novio se cambió entre los asientos traseros de mi coche —. ¿Has avisado a alguien? Son las fiestas grandes de Sevilla, niña.
— No... no — muerdo la punta de mi lengua bajando la voz ligeramente, la hermana de Pablo gira la cabeza para mirarme—. Desde que murió mi madre he evitado bastante el contacto con la familia, hay cosas que... — suspiro encogiéndome de hombros— No he llegado a entender la forma en la que hicieron las cosas, además de eso discutí con mi abuela el día del funeral porque dije que no tenía pensado hacerme cargo de nada, o sea que — río rascándome la nuca—. Es complicado, con algo de tiempo supongo que irá a mejor, sino, bueno, cosas que pasan, nada es para siempre.
Las dos mujeres que van delante de mi se miran entre ellas, humedezco mis labios pasando mis ojos de una a otra. Abro la pequeña botella de agua que tengo entre manos y le doy un trago, ellas se fijan en mi.
— ¿Y estás bien? — asiento con tranquilidad.
— Sí, perfectamente, librarme de... — me quedo callada, mordiéndome la punta de la lengua, la madre de Pablo alza las cejas esperando a que diga algo más—. Nada, nada — niego, bebiendo de nuevo.
Me subo en el coche que abren ellas, entro directamente atrás. Veo el color azul en la percha que hay colgada de una de las manillas para agarrarse. Suspiro. Lo mucho que quiero a Pablo para venir aquí de sorpresa durante la feria y vestirme con el traje regional. Muerdo mi labio inferior nerviosa, veo la hora en la pantalla, las tres en punto. Me llega un mensaje del futbolista que no llego a abrir, pero leo desde la pantalla con una sonrisa.
— Olivia — levanto la cabeza para ver a la madre del chico, ella me sonríe a través del retrovisor—. Por mucho que te pasen cosas con tu familia, puedes contar con nosotros para lo que sea — asiento apartando la mirada de ella—. Hay algo que tengo que contarte, y creo que lo mejor es que sea antes de la fiesta para que después podamos estar las dos tranquilas — entrecierro los ojos y dejo el móvil sobre el asiento del coche, con la pantalla hacia abajo—. Pablo me contó que ibas a ir a ver a tu familia en año nuevo — aprieto los labios, frunzo el ceño esperando a que siga hablando—, yo se lo conté a tu tío — siento que me cae un cubo de agua fría por la espalda—. Por eso estaba allí, porque él sabía lo que iba a pasar con tu padre — poso mis ojos en el cristal e inspiro profundamente, intentando que no caiga ninguna lágrima—. Sé que no era cosa mía, ni donde yo tenía que meterme, pero pensé más en la niña pequeña que siempre estaba enfurruñada porque no le gustaba nada estar en Sevilla — aprieto los labios haciendo una mueca—. Lo siento muchísimo, de corazón — asiento volviendo a posar mis ojos en el retrovisor, dónde veo sus ojos.
ESTÁS LEYENDO
Extras
FanfictionPequeños extras de la #DreamTeenSeries ADVERTENCIA: no leer si no te has leído algún libro de la saga.