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Chan cerró la cajuela y observó a Felix mirando hacia todos lados.

—Felix—le llamó. El menor se giró a mirarle.

—¿Si?

—Ten—el mayor sacó un celular mediano del bolsillo y se lo tendió al menor, el cual lo tomó con confusión—era el teléfono que tenia antes del actual, puedes usarlo, vamos a tener que parar en varios puntos, así que deberá ser útil.—el castaño asintió.

Ambos subieron al auto y una vez se pusieron los cinturones de seguridad, el mayor lo encendió y lo puso en marcha.

Felix suspiró.

—Tu auto es bonito.—habló.

No era bonito. Era un Volkswagen Tabasco del 2000, ¿qué tenía de bonito?

Era una de las pocas cosas que se había dado el lujo de tener desde que se fue de su casa en Australia. Sabía que era viejo, pero el auto se había portado bien y no le había fallado ni una vez.

—Mmh, supongo que gracias.—sonrió despacio.

Debían ser quizá las cuatro de la tarde. Aunque el sol ya estaba brillando el clima era frío, lo normal en los primeros días de Noviembre.

El camino estaba siendo tranquilo, Felix se entretuvo leyendo unos cómics que eran de Chan. Sin embargo, apenas dos horas después, mientras estaban entrando a Carolina del Norte, Felix jadeó.

—¡OH, AHÍ, AHÍ!—casi brincó en su asiento mientras miraba por la ventana—DETENE, DETENTE.

Bang no sabía que estaba pasando, pero preocupado detuvo el auto. No pudo decir nada pues Felix botó el cinturón y salió corriendo del auto.

—Felix, espera.—le llamó repitiendo las acciones del castaño.

El menor se giró a mirarle con una sonrisa enorme y le hizo una seña para que se acercara.

—Ven, Chan.

Ahora entendía lo que Felix veía. Más allá el enorme y azulino mar se extendía hacia el horizonte. El agua se pintaba con los colores del atardecer y estaba en calma.

Soltó un pequeño suspiro y decidió seguir a Felix. Pasaron por entre las casas de playa y Felix soltó una risita.

—La primera vez que vi el mar también fue la última—habló Felix—fue cuando tenía cuatro o dos años, no lo recuerdo bien, el que si lo recuerda es Minho. Él dice que una ola me volteó mientras comía arena.

Ambos rieron despacio y el aire frío les abrazó. Felix se acercó un poco más a la orilla, apenas lo suficientemente alejado para que el agua no le mojara los tenis. 

—Yo también tenia tiempo sin venir a una playa. Olvidé cuanto me gustaba.—mencionó el rubio, posandose a su lado.

—¿Por qué no ibas a una?—preguntó el castaño.

—Mucha escuela, luego mucho trabajo.—apretó los labios en una sonrisa.

—La vida adulta no suena linda. Tengo miedo de vivirla.—mencionó Felix, mirando el mar, sin embargo antes de que Bang dijera algo, el menor habló.

Le contó a Chan sobre los arrecifes de coral, y cómo éstos producían mayor oxígeno incluso que los árboles. También le contó sobre su reproducción y sobre las estrellas de mar y su poder para regenarse.

—Y, ¿sabias que hace años unos científicos lograron captar un sonido desde las profundidades de algo increíblemente grande?—preguntó el menor y Chris negó con una sonrisa—el mar da miedo.

Tú de estrellas. CHANLIX AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora