Me pregunto si podrías alcanzar el orgasmo más increíble de tu vida si realmente me clavaras el cuchillo en la garganta.
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Herstal se quedó en silencio por un momento y luego le dedicó una sonrisa falsa a Albariño.
"¿A la Dánae de Tiziano, o la Dánae de Rembrandt?" preguntó Herstal en voz baja.
Un suave suspiro se escapó desde la garganta de Albariño y se movió ligeramente hacia adelante para posar sus labios contra la comisura de la boca de Herstal. Tal vez fue porque acababa de pasar por la intempestiva lluvia que su piel estaba muy fría.
Se presionó contra la piel de Herstal y susurró alegremente: "A la de Klimt".
El cuchillo todavía permanecía cerca de su cuello, sólida e inamovible, pero a Albariño no le importó mucho: leyó en los ojos del otro hombre una oscuridad tan densa que casi podía ahogar a una persona, y fue ese color sombrío el que le indicó el camino. La lluvia al otro lado de la ventana era tan fuerte que casi ahogaba las voces humanas y los latidos del corazón, y después de unos segundos Albariño le dirigió una sonrisa provocativa antes de a arrodillarse a sus pies.
La escena era similar a la noche en que Herstal había ido a encontrarse con Mark Jones frente a las frías y ruinosas paredes de aquella fábrica, sólo que esta vez Herstal no se habría sorprendido tanto como antes. La hoja permaneció contra su piel mientras se arrodillaba, sin apenas vacilar. La mano del otro hombre estaba tan firme que no era científica.
Albariño levantó la cabeza y pudo ver cómo Herstal lo medía con esa expresión de pesadez, como si se debatiera entre apuñalarlo hasta la muerte o internarlo en una institución mental. Esto hizo que Albariño tuviera ganas de reírse mientras tocaba con cautela el tobillo izquierdo de Herstal.
"Me gustaría que ambos pudiéramos ser más sinceros el uno con el otro ahora que nos hemos comunicado tantas veces". Dijo Albariño con lentitud, mientras sus dedos desmenuzaban el pantalón de Herstal y esta vez se deslizaban finalmente por el interior y pasaban por el tobillo: había una funda de daga muy corta ahí, de modo que no llamaba la atención ni siquiera cuando estaba oculta bajo el pantalón del traje.
"'Comunicado'", Herstal obviamente se burló de la palabra, dado que el intercambio al que presumiblemente se refería Albariño era el de dejarse cadáveres y utilizarlos para mofarse del otro, "no recuerdo haber pedido nunca ese tipo de comunicación, ¿o es una moda pasajera de artista a tus ojos?"
Albariño ya estaba tocando la hebilla de la correa de la funda alrededor de la pierna del otro hombre. La piel de Herstal era tan suave al tacto que se preguntó si era naturalmente del tipo que no tiene mucho vello corporal o si su compulsión tipo TOC se había extendido hasta la eliminación de la misma. Albariño no se sintió sorprendido por ninguna de las dos opciones; para ser honesto, sólo había que ver la casa en la que vivía Herstal para descubrirlo. Residía en un apartamento elegantemente diseñado, hermoso como la sala de exposiciones de un diseñador, pero carente de personalidad.
Alguna parte en medio de estos absurdos pensamientos hizo que Albariño quisiera sonreír mientras deshacía el cierre con los dedos, y con dificultad retiraba la funda y la correa de nylon de la pierna de Herstal, para luego dejarla en el suelo. Al mismo tiempo, el cuchillo de Herstal se alejó del cuello de Albariño y aterrizó ligeramente en la cara de éste.
Herstal le dio una palmada en la mejilla con la daga: "La cortesía siempre viene primero, Señor Bacchus".
Albariño le sonrió y se echó lentamente la chaqueta hacia atrás para mostrarle su propia funda bajo el brazo, oculta debajo de la chaqueta.
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Vino y armas
Mystery / Thriller"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...