capítulo uno

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Las cosas habían empezado muy mal desde el principio. 

Su padre lo acompañó al tren con sus hermanos y le aseguró que no debía de preocuparse por nada. Ser Slytherin no tenía nada de malo, le dijo que la ridícula rivalidad entre Casas no era más que un juego de niños.

Pero Albus sabía que eso era mentira, que sí importaba y que sí le importaba a su padre.

Su padre sólo estaba siendo compasivo y comprensivo con él, sus dos hermanos habían sido escogidos como Gryffindor y él era el único Slytherin en la familia.

Lo odiaba, porque él no quería ser Slytherin. No encajaba allí y los alumnos de Slytherin, los que se suponía que eran sus hermanos de Casa, no lo aceptaban.

"No te preocupes." Le había asegurado Harry, su padre, mientras le daba un corto abrazo con un solo brazo. "Este año va a ir como la seda. Escríbeme, ¿vale? Y haz amigos por allí, o inténtalo. Tienes que relacionarte con los de tu Casa."

"Claro." Le respondió Albus sin emoción. "Supongo."

"Hey." El alfa mayor de los Potter, Harry Potter, le revolvió el pelo a su hijo. "Vas a estar bien."

No estuvo bien, nada bien. El viaje en tren fue un asco. Hugo y James estuvieron todo el tiempo comiendo toda clase de caramelos mágicos, Albus se dedicó a dormir y a leer un libro muggle bastante curioso que su tío Ron le había traído la semana antes de marchar a Hogwarts.

Cuando llegaron a Hogwarts todo se desenvolvió como cada año. Hugo y James se fueron por su lado, se despidieron de Albus y le juraron que se verían en el Gran Comedor. Albus se quedó solo como siempre y se vio obligado a ir a su habitación, donde lo esperaban los que eran sus compañeros de habitación como cada año.

Alfas y omegas en Slytherin estaban divididos en diferentes alas para evitar cualquier problema. Albus tenía compañeros de habitación bastante raros; uno de ellos, Tristán, que era demasiado hippy para el gusto de Albus, estaba todo el tiempo hablando sobre lo sucio que eran los muggles y lo poco que se preocupaba la población en general por el medio ambiente.  Albus pensaba que, en realidad, Tristán tenía algo de razón. Estaría más de acuerdo con él si Tristán lo aceptara en el grupo.

Otro de ellos era Ernest, que se pasaba la vida robándole suspiros y sonrisas a cualquier omega de cualquier Casa en Hogwarts. Luego estaba Robert, que ni hablaba ni expresaba nada, se quedaba evaluando cada movimiento y te juzgaba con la mirada. No necesitaba hablar para hacerte llorar.

Ernest, Robert y Tristán eran, para Albus, el Triplete de los Capullos. 

"Albus." Exclamó Ernest al verlo allí, y Albus quiso desesperadamente bufar con irritación. "Qué bien verte otra vez por aquí, eh. ¿Qué pasa, sigues con el chip roto? ¿O por fin tu padre te ha contado que eres adoptado y que esa es la razón de que seas Slytherin en una familia llena de Gryffindor?" 

Albus lo miró con dagas en los ojos. Apretó su varita con la mano, y respiró hondo para contenerse.

"Ernest." Fue el seco saludo que le ofreció Albus.

Las cosas en el Gran Comedor tampoco cambiaron mucho. James y Hugo lo saludaron, no vio a Rose por ninguna parte y tampoco se molestó mucho en encontrarla.

Se sentía solo, solo y apartado. Sus hermanos y sus primos eran Gryffindor, y él era una serpiente en una familia de leones. Ni siquiera podía relacionarse bien con otras Casas, todos sabían que era hijo de Harry Potter y todos habían estado presentes cuando el Sombrero Seleccionador exclamó Slytherin sobre su cabeza.

El Triplete de los Capullos no fueron tan crueles los primeros días. Albus lo apreciaba. Tenía Pociones con algunos alfas de Hufflepuff, y se sentía bastante bien cuando ellos no lo miraban de manera incómoda cuando le pedían tinta o un pergamino. 

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2022 ⏰

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