Bien se dice que las mejores personas son las que sufren más y Kim Jisoo es un claro ejemplo de eso, una chica con sueños, esperanza y un futuro por delante. Arrebatada de su libertad a los 20 años por un grupo de secuestradores para luego venderla...
Jisoo subió al segundo piso de aquel edificio, en donde se encontraba su apartamento, daba gracias que siempre escondía una llave de repuesto atrás de una maceta al lado de su puerta. La tomó rápidamente y abrió su puerta, fue directo a su cuarto y agarró la única maleta que tenía, la misma maleta que utilizó cuando se fue de la casa de sus padres.
Colocó la maleta en su cama y empezó a meter ropa, zapatos, artículos de higiene personal, y fotos, comoquiera no contaba con tantas cosas de valor, quiso encontrar sus zapatillas de punta al igual que su celular, pero recordó que estaban en su mochila la noche que la secuestraron, y esa mochila se quedó en aquel callejón donde probablemente ya lo habrían robado.
Maldijo por lo bajo pero debía apurarse, por lo que agarró sus zapatillas de media punta y otras zapatillas de punta viejas que seguían en su cuarto. Una vez todo listo, cerró la maleta, la tomó y se dirigió a la puerta para salir, cerrarla y despedirse de su hogar.
Taehyung seguía esperando a Jisoo, recargado en su auto, mientras Jeon siguió sentado en el asiento del piloto viendo su celular, hasta que ambos escucharon la puerta del edificio y elevaron su mirada dando a la vista una pequeña pelinegra cargando una maleta.
El magnate caminó hacia la menor para tomar la maleta y ayudarla, de igual manera le abrió la puerta de la parte trasera del auto, una vez que subió ella, colocó la maleta en la cajuela para después adentrarse en el auto, y Jeon comenzara a manejar a la mansión de Taehyung.
Era un largo recorrido y el reloj apuntaba la 1:30 de la madrugada, sin duda Jisoo había tenido el día más exhausto de su vida y todo lo que había ocurrido ese mismo día la confundía en demasía, el saber que de ahora en adelante viviría con ese extraño desconocido le causaba bastante inseguridad e incertidumbre, por lo que trataba de siempre permanecer alerta ante cualquier movimiento del pelinegro y de sus amigos.
Pero apenas podía mantener los ojos abiertos, no iba a negar que la relajante música que salía del radio del auto, los movimientos del vehículo tan tranquilos con los que manejaba Jungkook y la oscuridad a altas horas de la noche fueron suficientes para que Jisoo se empezara a adormilar en el auto y de un segundo a otro cerró sus ojos sin darse cuenta.
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Taehyung iba en aquel asiento del auto absorto en sus pensamientos, sin duda había actuado de puro impulso esta noche, más algo en su interior lo obligó a hacerlo, a que a toda costa debía comprar a esa hermosa pelinegra que ahora estaba del otro extremo de la parte trasera del auto.
A quien trataba de engañar, él sabía muy bien el motivo por el cual actualmente llevaba a esta chica a su mansión.
Kim Taehyung a lo largo de su vida y por todos los eventos y acontecimientos que le sucedieron que fueron más trágicos que felices, había adquirido esa personalidad tan fría y seria, volviéndose un adicto al trabajo que no le daba importancia a sus relaciones de amistad o de pareja. Además de que había generado ciertos gustos que le otorgaban placer y satisfacción.
