capítulo 9

14 1 0
                                    

Desperté esta mañana y no pude evitar sonreír, al levantarme sentí una especie de cosquilleo en el estómago, que se fue expandiendo por todo mi cuerpo, una sensación no muy agradable. Fui al baño para darme una ducha fría, eso calmó la sensación por un instante, pero de inmediato paso hasta mi cabeza, el mismo cosquilleo seguido de una presión leve.

Estaba ansioso...mucho en realidad, salí a trotar para descargar un poco de la energía que recorría mi cuerpo, al parar sentí un sudor frio, era la ansiedad acompañada de nervios y algo de miedo, ese miedo que te da el no saber qué va a pasar, sabés que va a sorprenderte, pero aún así, te desespera no saber que es. 

Llegué a casa un poco relajado, pero muerto de hambre, fui hasta la cocina y me encontré a Mildred preparando el desayuno.

-Buenos días mi dulce Mildred. La saludé con un beso sonoro en la mejilla; ésta mujer es encantadora, siempre encuentra una forma de sorprenderme, mimándome todo el tiempo; con 53 años se encarga de la casa y de los niños, en muchas ocasiones la encontré jugando con ellos, es otra de las personas que se ganó mi afecto en poco tiempo; una mujer fuerte y admirable.

-Buen día jovencito, al parecer despertaste energético, hace ya bastante tiempo que no salías a correr por las mañanas.

-Nana…solo a ti se te ocurre regañarme por hacer algo bien.

-No es regaño…solo digo que podrías hacerlo más seguido, es bueno para tu salud y…

-Y hablando de mi salud…Interrumpí su sermón, haciéndola resoplar de frustración. – ¿Qué delicia me preparaste hoy para desayunar?

-Te preparé salmón ahumado. Respondió cortante a mi pregunta, de inmediato puse cara de espanto aunque sabía que lo estaba diciendo para molestar; odio el pescado crudo, sin embargo debo comerlo…pero de ser mi decisión, preferiría no hacerlo y menos para desayunar.

-¿Me estás diciendo que la mujer por la que despierto todos los días, sólo para saber qué me preparó de comer, me hiso salmón ahumado? Exagero haciéndola reír. – ¡Y yo que te quiero como a una abuela!

-Cuidado con lo que dices jovencito. Dijo apuntándome con una cuchara de palo. – Yo soy muy joven para ser tu abuela.

-Ok, ok. Dije levantando las manos en señal de rendición. –Pero no me digas qué, enserio preparaste esa cosa. Supliqué con cara de asco. –Muero de hambre...y me voy a comer tu cuchara si me sigues apuntando con ella. Le advertí mirando la cuchara, que parecía traer una especie de glaseado de chocolate. Volvió a reír, rindiéndose al fin.

-Está bien, siéntate ahora te llevo el desayuno.

-Mejor voy a despertar a los niños y bajo con ellos.

-Pero estás todo sudado.

-Esa es la parte divertida. Le indico guiñándole un ojo y subo corriendo los escalones; me dirijo a la habitación de Javi, éntro y lo encuentro jugando, aún en pijama, él voltea y se me queda mirando, tal vez porque estoy inmóvil en la puerta (no esperaba encontrarlo despierto), pongo una sonrisa siniestra y de inmediato entiende mis intenciones, empieza a reír y se levanta para correr, yo lo persigo hasta atraparlo antes de que baje por las escaleras; lo froto contra mi cuerpo húmedo y se queja.

- ¡No! ¡Suéltame! Hueles feo. Grita entrecortado mientras sigue riendo.    -¡Mamá! ¡Papá! ¡Auxilio! Eitan me está asfixiando. 

-¿Que está pasando? Pregunta bostezando Lucy parada en la puerta de su habitación, restregándose los ojos con las manos. Yo dejo a Javi en el suelo y él grita.

- ¡Lucy cuidado es el hombre apestoso! ella me mira confundida, me acerco despacio, y ésta abre los ojos como platos antes de empezar a correr.     

IRREMEDIABLE DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora