🪶CAPÍTULO 49: Guerreros caídos🪶

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La luna ha maravillado y aterrorizado a la humanidad desde el principio de los tiempos, y eso era que Lucifer sabía a la perfección y utilizaría a su favor.

En dos noches, llegaría la luna nueva, aquella luna que proporcionaba menos luz a la tierra, y convertiría en su mejor aliada en la guerra y anunciante del primer ataque e inicio de la guerra.

—Señor, los intrusos han escapado con las chicas, y el área sur de castillo se ha derrumbado —anuncio Belcebú— ¿Qué quiere que hagamos?

—Envía a Brawen y Calipso a cazarlos, no deben estar muy lejos de la ciudad —dice sin apartar la mirada de la luna.

—Sí, señor —avanza a la salida.

—Ah, y Balcebú, más te vale regresar con Calix.

El duque asintió, y salió de la habitación. No entendía por qué quería a aquella chica, si solo era un caparazón vacío en agonía.

Pero para Lucifer, Calix era más que una chica en agonía, pues se había dado cuenta, que, su muerte era lenta debido a que la mitad de su alma aún seguía desprendiéndose de ella, y si esta se alejaba lo suficiente, no solo sería difícil obtenerla de nuevo por sus protectores, sino que Calix se volvería una potencial amanezca para él al compartir la misma alma y poder.

Al principio había sido demasiado tonto para no darse cuenta, creyendo que su alma completamente había regresado a él, ante el poder que esta lo hacía sentir, superior al que tuvo alguna vez, hasta que se percató que su poder incrementaba cada vez más mientras Calix moría.

🪶🪶🪶

El cielo comenzó a llenarse de nubes negras, mientras avanzaban en silencio por el bosque al encuentro de Lailah, quien ya debería estar a las afueras de la ciudad oscura con Max, José y Calix.

Pero al llegar, se detuvieron de golpe al ver Lailah y Max arrodillados con una daga amenazando en cortar sus cuellos, y eran sostenidas por Brawen y Calipso, mientras Calix yacía en el suelo inconsciente, con José a su lado, quien estaba sometido bajo Belcebú, quien le pareció buena opción mantenerlo con vida ante su increíble don de curación, algo que les serviría de mucha ayuda en esta guerra.

—Qué alegría de verlos de nuevo, chicos —murmuro Brawen.

Al ver que Flynn se dirigía a ellos, Ariel lo detuvo, y coloco frente a él. Flynn era bueno en combate, pero Brawen estaba en otro nivel, al igual que calipso.

—Si te atreves a tocarlos, juro que no descansaré hasta destruirte —expuso Ariel.

Brawen sonrió, disfrutando de la situación, y sin dudarlo e ignorando las palabras de Ariel corto el cuello de Lailah, y seguido Calipso clavo su daga bañada en veneno en el pecho de Max, al ser consciente que para matar un vampiro se necesitaba más que un corte, una herida.

Flynn al ver caer el cuerpo de su hermano, saco su espada y dirigió a Brawen para atacarlo, por lo que los chicos se le unieron, mientras Mariza iba a socorrer a Lailah.

—José —llamó, al ver que Belcebú era derribado por Rubí y dejaba en libertad, pero antes de poder llegar a ella, un demonio, del cual no tenía idea de donde había salido, se atravesó en su camino.

—Ma...ri...za —dijo el ángel, tomando su mano, respirando con dificultad.

—Shh, tranquila, pronto estarás bien —murmuro Mariza, dejando viajar su mirada en busca de José, distrayéndose, ignorando que se acercaba a ella un grigori.

Por lo que utilizando las últimas fuerzas que le quedaban, Lailah tiro de Mariza e hizo caer sobre ella, para seguido rodar, recibiendo la espalda en su cuerpo.

Ambas jadearon, ya que la espada atravesó a Lailah y logro llegar al vientre de Mariza, quien sintió por todo su pecho y vientre la calidez de la sangre.

—Lailah —susurro, sin creer lo que había hecho el ángel por ella.

—Se una buena reina, como tu abuela y madre hubieran querido —con esas palabras, dejo en libertad su último aliento.

Ante un reflejo de luz, que salía disparo al cielo, Ariel busco a Lailah, con Mariza, quien llamaba con desesperación a José para que la sanara.

Al sentir un fuerte golpe en el rostro, cayó aturdido, mientras veía a los chicos luchar, concentro su mirada en Flynn, al ver como una flecha atravesaba su espalda, luego de terminar con la vida de Calipso.

—¡Flynn! —llamó.

Debió escuchar a Matis, debió obedecer por una maldita vez en su vida. Ahora varios seres habían muerto, seres que lo habían apoyado desde el principio, a los cuales olvido proteger por solo pensar en él, por olvidarse que no era el único con el temor de perder al ser amado.

🪶🪶🪶

Las cosas no habían salido como se esperaba y de eso estaba seguro Rubén cuando vio a Marisol aparecer frente a todos en la sala de entrenamiento, con Mariza herida del abdomen y Calix inconsciente.

—¿A dónde están los demás? —preguntó, acercándose a ellos, al igual que el resto.

—Peleando fuera a las afueras de la ciudad, no creo que...

—Lléveme con ellos —le quito la espada a un chico a su lado e hizo que Marisol lo teletransportara.

Al llegar, todo era un caos, y su derrota era más que obvio al ver los cadáveres de aquellos jóvenes que alguna vez pertenecieron a su ejército.

—¡Ariel! —llamo, al verlo contemplar todo con inquietud —¡Ariel! —se dirigió hacia él, al ver que Brawen estaba por atacarlo por la espalda —Rubí —grito, quien automáticamente lo busco, y entendió lo que quería que hiciera, al ver Brawen estaba por apuñalar a Ariel por la espalda.

Dando un paso hacia él, tiro de su látigo, la cual se enredó en el brazo del hada e hizo que la espalda se escapara de su mano. Matis tomo aquella oportunidad para derribarlo.

Ambos rodaron, por el suelo, en busca de herir al otro, pero sus fuerzas eran muy similares. Cuando Matis quedo debajo de Brewen, este coloco sus manos en su cuello e intento asfixiarlo, al no tener otra arma más que sus manos.

Rubí quiso ir al rescate de su amado, pero un demonio se atravesó en su camino.

Con el aire extinguiéndose en sus pulmones, no se dio por vencido, por lo que tomando el látigo que un estaba enredado en el brazo de Brawen, Matis se lo enrollo en el cuello y apretó con fuerza, asfixiándolo de igual manera.

Cuando el agarre de Brawen se volvió débil, Matis supo que tenía la batalla ganada, así que rodó de nuevo, y divisando la espada de su contrincante, la tomo y enterró en su pecho.

El rostro del hada reflejo dolor.

—Apuesto que nunca creíste morir a causa de tu propia espada —para un letal, ser herido con su propia espada era una vergüenza—. Te dije que vengaría la muerte de mi familia, Brawen —enterró con más la espada en el pecho del hada.

Apartándose del cadáver, se acercó a Ariel, quien seguía sin reaccionar.

Ariel era un gran guerrero, pero hasta el guerrero más hábil podía perderse en sus pensamientos en la batalla cuando la era abrumado por la culpa ante sus guerreros caídos, y la posible derrota.

—Rey hada, debemos irnos —grito Marisol.

Y fue la voz de la chica, y al ser a quien llamo lo que hizo que Ariel reaccionara.

Al cruzar mirada con Matis, este le hizo la señal de que siguiera a Marisol.

GRACIAS POR LEERME

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Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora