⠀⠀⠀iv. vergüenzas de un hijo

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QUERIDO ERWIN,⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀capítulo cuatro — vergüenzas de un hijo

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QUERIDO ERWIN,⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
capítulo cuatro — vergüenzas de un hijo



Soy plenamente consciente de que el ser humano es social por naturaleza y necesita de ello para evitar males como deterioro cognitivo o demencia, sin embargo, ¡La soledad está infravalorada! Debe haber manera de que demuestre que no necesito de nadie más... Si me lo permitiera la vida.

          «Levi, por favor ve a la farmacia, se acabó el atamel y ya no soporto este dolor de cabeza», recordó el pelinegro lo que su madre solicitó al llegar de una larga jornada de trabajo, atesorándole el billete en la palma. El dinero no es gratis.

          Todavía lo guardaba allí, no llegó a arrugarlo, pero lo tomaba con fuerza. Miró el cartel que le indicaba estar en el local correcto, así que entró. Observó los estantes y paredes blancas limpias, repletos de distintos productos, para luego posar su vista en la señora de nariz aguileña que lo esperaba detrás del mostrador de medicamentos. No tenía que hablar con ella para saber que con una mirada le rogaba comprar algo. Iba a hacerlo, de todas maneras.

          Se acercó a paso seguro y tras saludar cordialmente, pidió por lo que fue y pagó. La señora parloteaba contándole sobre su vida, entonces, se dio cuenta de que el cliente no le hacía mucho caso, pues tenía la mirada curiosa puesta en la foto enmarcada detrás del mostrador.

          —¡Ella es mi hija! Se llama Hange —explicó orgullosa. Y sí, Levi ya se había percatado de aquello—. El señor que la toma de los hombros es mi esposo, el de izquierda era compañero de trabajo de él y el otro es hijo del señor Smith, es mejor amigo de mi pequeña desde niños, así que por él no te preocupes —le guiñó el ojo cómplice insinuando que su cliente estaba interesado en su hija.

          A el chico se coloraron las orejas, no por haber sido atrapado mirando a la chica que le "gustaba", su fastidiosa compañera de clase, sino por la vergüenza ajena que lo palpaba. Pretendió estar atento a perfil que fácilmente podría estar en Tinder, mientras que en realidad iba tomando su compra sigiloso, pensando en cómo salir de allí rápido.

          —¿Sabes? Me agradas para mi hija, eres un poco callado, pero podrías ser su tipo  si... —a la vez que soltaba esas sandeces, Ackerman se percató de fuertes golpes proviniendo del techo, parecido a pisadas estruendosas, se dirigían hacia las escaleras que estaban a la derecha del mostrador.

          A la velocidad de un dardo, una persona apareció por las mismas, lo tomó de la muñeca y en un pestañear, se encontró fuera de la farmacia. Menos mal había agarrado la caja de pastillas con anterioridad, se hubiera querido matar si se quedaban dentro. Reconoció que su salvadora no era más que la protagonista de las historias vergonzosas, vestía pijama y un gran sonrojo ocasionado por lo dicho.

懐 bluebird ━ eruri ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora