Bajo la mirada de los caraqueños, circula por la capital Jesús Alexis Poleo Díaz, el conductor del Camión de Muñecas. Un hombre de 64 años de edad, de ojos claros, cabello castaño y con arrugas que dibujan su piel. Trabaja en una compañía que transporta materiales de construcción ubicada en Los Flores de Catia. Este camión es su única fuente de ingreso, y a pesar del asombro que produce en algunas personas, nunca ha tenido ningún tipo de inconveniente en su trabajo.
“Me llamo Jesús Alexis Poleo Díaz, Díaz por mi mamá; siempre lo digo para recordarla. Soy venezolano y tengo 64 años. Nací en Campo Rico, Petare; pero toda mi vida la he pasado en el 23 de Enero. Hago esto porque me gusta llamar la atención. No tiene nada de macabro. Si veo que esto le hace daño a algún niño, lo quito porque soy un hombre de familia; tengo dos hijos, ochos nietos y treinta años con mi mujer. He conocido gente que se horroriza con el camión. Incluso, me han detenido por eso. Al principio, cuando iba para Chacao, todos los días me paraban porque no es normal que un carro circule en la calle con cabezas de muñecas. Pero como no podían quitármelas, me mandaban a hacer un examen mental para saber si tenía problemas. Todos tenemos problemas mentales. Pero a mí lo que me gusta es el vacilón” Confesó.
“No tengo una obsesión con las muñecas, como dicen por ahí. Tampoco, preferencia con alguna; para mí todas son iguales. Cuando me preguntan cuál fue la primera, no lo puedo decir porque siempre a alguien se le ocurre agarrarla. Una vez dije que tenía nueve años con una y al día siguiente, ya había desaparecido del camión”.
La llamada de un familiar de Poleo interrumpe la conversación. Cuando termina de hablar comenta: “Al principio, mi familia no estaba de acuerdo. Decían que quitara las muñecas, principalmente, por las cosas que dicen del camión y de mí. Escuchan comentarios, pero ellos saben que no soy así. Soy un hombre sano. Tengo 64 años y nunca he bebido aguardiente; no me gusta. Tampoco juego lotería, no juego bingo, no juego nada. No tengo ningún vicio. Nunca he usado palabras malas. Yo soy grosero, no vulgar. Sin embargo, tengo un pecado: me gusta mucho la mujer del prójimo. Dios sabe que es así”.
Indignado y con un tono de voz muy bajo indica: “Estoy vetado solo en dos sitios: Fuerte Tiuna y en un club que queda en Santa Fe. No podía entrar con mi camión para Fuerte Tiuna porque son instalaciones del gobierno. Sin embargo, puedo circular por todas las urbanizaciones, universidades, institutos, colegios e incluso guarderías”.
Poleo manifiesta que desde que era un adolescente le ha gustado decorar sus vehículos según sus gustos e intereses: “Casi toda mi vida he manejado. Lo primero que conduje fue una bicicleta y también la decoraba; le colocaba persianas en los cauchos de atrás para que hicieran ruido. Yo he hecho eso toda mi vida. Tenía un taxi y lo adornaba a mi gusto. Le colocaba lazos por dentro y por fuera; eran chiquitos y grandes y resaltaban bastante, ¡qué cosa tan bonita! A la gente le gustaba cuando les hacía una carrera. Incluso había gente que me regalaba lazos. También le ponía luces atrás para que la gente supiera que estaba en condiciones de llevarlos. Sin embargo, este camión ha sido lo mejor. Me han pasado muchas cosas buenas. Lo que más me gusta es que ahora soy reconocido y que me siento muy feliz con el camión de muñecas”
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EL CAMIÓN DE LAS MUÑECAS
Mystery / ThrillerEL CHÓFER DEL CAMIÓN DE MUÑECAS: MÁS QUE UN PERSONAJE CARAQUEÑO