En la mira

Prólogo

"¡Despierta! ¡Hijo mío!"

El hombre que me abrazó con urgencia cuando abrí los ojos olía a lirios.

El olor del lirio me hizo saber que no había muerto y me sentí triste.

¿Por qué ni siquiera puedo morir a voluntad?

"¿Estás bien, hijo?"

Me quedé atónito por un momento ante la llamada desconocida.

Mi padre no es quien para decir que soy su hijo.

¿No fue él quien dijo que preferiría morir si decía que me gustaba un hombre o algo así?

Después de todo, elegí la muerte.

Sacudió la cabeza y se levantó ante el pensamiento que siguió.

De repente, mi cuerpo se tambaleó y todo mi cuerpo palpitó y se entumeció debajo de mi pecho.

Sin darme cuenta, dejé escapar un gemido de dolor.

Mi cuerpo no se movió como yo quería.

"¿Dónde, dónde está el dolor?"

Mientras me agachaba con dolor en los brazos de alguien, escuché una voz urgente.

Era la voz de la persona que me sostenía en mis brazos.

Cuando miré al dueño de los brazos, vi a un hombre de mediana edad con cabello negro y ojos negros.

"Ah, eso, uff".

Quería responder, pero me picaba la garganta cuando traté de hablar y mi boca estaba acuosa cuando me aclaré la garganta.

Un líquido rojo goteaba de su boca cerrada, incapaz de decir las palabras que estaba a punto de decir.

Me impresionó el olor a hierro que atraviesa mi nariz.

"¡Genial!"

Así es vomitar sangre.

Se tapó la boca e instintivamente se inclinó hacia delante.

Al mismo tiempo, el cabello largo y negro cayó.

No tardé mucho en darme cuenta de que era mi cabello.

¿Mi cabello era así de oscuro? ¿Cuándo ha pasado tanto tiempo?

Apretó sus labios cerrados y salió, goteando sangre de las grietas de sus dedos, empapando la cama en la que estaba acostado.

La cama ya estaba desordenada con manchas de sangre.

Tanto es así que no tengo que preocuparme de que la sangre que escupo ensucie la cama.

Miré al hombre con una cara confundida, y ojos negros claros se entrelazaron con mis ojos.

"No puedo vivir por ti. ¿Tu cuerpo está bien? "

¿Qué quieres decir con eso?

"¡Cómo te atreves a matar a la guardia de escolta de Su Majestad!"

"...¿Sí?"

¿Qué hice? ¿Qué escuché ahora?

Solo hubo una palabra que pasó por mi oído, una palabra que no pude entender.

De manera cuidadosa, agarré la mano del hombre que estaba limpiando mis labios.

Los ojos del hombre temblaban de sorpresa.

¿Maté a alguien? ¿Qué es Su Majestad y qué es una escolta?

No había tiempo para sacar los pensamientos de mi boca.