Capitulo 46 (Editado)

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Capitulo 46

Miraba por la ventana, obligándose a no recordar tantas cosas que vivió en ella. Era fácil ya que muchas personas pasaban y la mirada de sorpresa que le daban era realmente graciosa y algo entretenida. Estaba bien. Esos momentos en dónde te sientes bien, dónde no sientes ninguna tristezas, ningún rencor, sin nada que pueda dañar tu paz, pero, habia algo mas, claro que lo hay. Algo mucho más fuerte que te prohíbe seguir con tus cosas como debes de hacerlo. Un sentimiento mucho más grande que cualquier problema que te ahogue en el abismo, una lucha con tu ser interior. Gritar, puede que eso ayudara un poco, mas ella sentía que no podía hacerlo, y llorar; la manera más linda de limpiarse, no, no quería volver a eso. Es que lo había hecho por muchos años y quería no hacerlo más. Es mas, se había prometido no hacerlo nunca más, fuera cual fuera la circunstancia.

—Te prepare sopa de verduras, mi niña. —dijo su madre con una sonrisa tan grande en el lumbar de la puerta que todo el revuelto de pensamientos había desaparecido. 

La joven solo sonrió y se apresuró a llegar junto a su madre para caminar juntas a la mesa. 

¿Qué había pasado? 

Maya había contado los días. Pasaron menos de los que creyó, porque en un momento perdió la noción del tiempo. Pero fueron días en dónde no supo nada de él, ni una llamada, ni un mensaje, nada en las noticias, absolutamente nada. Varios días en dónde lloró sin saber exactamente por qué. No estaba muerto, lo sabía, mejor dicho; lo sentía. Pero, ¿Dónde estaba? O ¿Qué pasó?  
Para ser exactos habían pasado veinticinco días desde que se montó a esa camioneta, llorando,
pálida y sin saber que pasaría con ella desde ese momento. Recordando todo y queriendo estar a salvo por una vez en su vida. Queriendo tener un lugar un seguro. Uno solo de ella. 

(...)

Millones de recuerdos corrieron por su mente en ese momento. Momentos felices, momentos de risas, momentos que extrañaba tanto en es instante. Pero muy consiente de que eran momentos que no volverían, por no decir momentos que nunca se repetirían.
Tenía miedo, sin embargo, no por ella, porque sabía que nunca fue el problema. Aunque quieran culparla, no lo era. Ella solo estaba siendo una adolescente enamorada, la cual se enamoró de quién no debía, en el momento que no debía. Dimitri, pensar en él, en sus errores, pero ser consiente de que él tampoco fue el problema. Porque al recordarlo, antes del abandono, Maya solo recordaba paz, recordaba tranquilidad. Y era un hecho para reflexionar porque con todo lo que él tenía encima, con todos los problemas y con toda su vida vuelta un caos, nunca dejó de brindarle tranquilidad. Ella lo sabía, era lo que más le dolía de esa situación. No podía decir que él era una víctima. Maya no sabía con la seguridad al cien lo que había pasado en esos años que no supo nada de Dimitri. No podía asegurar que hizo las cosas correctas en su mayoría. Pero, si podía asegurar por él en el tiempo que estuvieron juntos. Ella fue testigo que a fuerza se le obligó a ser algo que él odiaba, que el repudiaba con todo su ser, y al verlo, al conocerlo solamente se enamoró de un hombre bueno que la amaba. Esa era la verdad. Sí, hubo un error, un error que a ella le costó años de dolor. Un acto que pasó gracias a personas crueles y mentes débiles del momento. Un acto que pagaría lo que fuera por borrar de su vida y sabía perfectamente que Dimitri también. Había amado, somos humanos y tenemos derecho hacerlo. Al igual que por el mismo hecho de ser humanos tenemos derecho a equivocarnos. Pero lo bueno de los errores es que aprendemos de ellos, y tanto Maya como Dimitri habían aprendido de forma cruel muchas cosas.  Ella había aprendido demasiado. Lo supo, estando donde se encontraba en ese momento. Al ver todo, tan igual, tal como lo recordaba. Pero no negaba que todo mucho más deprimente, mas doloroso. 

—¿Él estará bien? —preguntó, aunque en su interior quiso que sonara más como una afirmación.

Rasguñando el asiento en completo nerviosismo sin querer bajarse de el. No estaba lista, no podía hacerlo. No en ese momento. Irónico era que precisamente en ese momento inconscientemente más necesitaba volver a ese lugar. El hombre a su lado, respiró hondo, y tragó fuerte. Estaba claro que era con intención de no sonar tan brusco, aunque ya de por sí lo parecía. 

Punto débil © (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora