Chapter 5: The Return of a Brother

611 55 1
                                    

El sol de la tarde me dio de lleno en los ojos, haciendo que tuviera que llevarme la mano a la frente a modo de sombrilla para taparme. Era miércoles y las clases se me habían hecho realmente largas, además había llegado la primavera, y con ella las largas horas de lecciones soporíferas salpicadas de notitas que circulaban por toda la clase y murmullos cada vez más descarados. Normalmente los primeros meses de esta estación se caracterizaban por llenar las calles de Manchester de lluvia y polen, pero aquel año el calor había llegado antes para alegría de todos. Me alboroté el pelo y me lo eché hacia un lado, tal y como había visto hacer a Debbie Harry incontables veces en la televisión, y nos reunimos en el patio con las chicas de clase. Antes de irnos siempre nos quedábamos charlando después de clase, hablando de chorradas, cotilleos y demás. Chloe y Jessica eran de las chicas más populares de Saint Marks, y se habían empeñado en meterme en su grupito de amigas, que lo único que hacían era hablar de accesorios de las Teen Vogue y de posturas sexuales que habían escuchado por ahí. Eran las tías más aburridas que había conocido jamás, y estaba segura que las más petardas de todo Manchester, pero ahí estaba, intentando no reírme de las chorradas que soltaban mientras estaba en mi propio mundo. Algunas habían empezado a fumar, porque era “lo más” entre los chicos mayores, y se les ponían los ojos llorosos al tragarse el humo del cigarro mientras agitaban las pulseras de colores de sus muñecas. Mi grupo de amigos, los de verdad, estaban en otro colegio, en un barrio mucho peor que no estaba precisamente a tiro de piedra del mío, por lo que mi método de supervivencia en aquel lugar era integrarme con las chicas de clase. Por mucho que me pesara.

Según me habían dicho, me habían incluido en el grupo porque era una chica guapa con mucha personalidad. Era toda una hazaña que lo hubieran descubierto, porque normalmente no articulaba palabra si no era para soltar algún comentario sarcástico de vez en cuando. No es que me fuera mucho el sarcasmo, pero con ellas era casi imposible evitarlo. En realidad tengo la teoría de que me habían incluido en su grupo de petardas porque mi hermano había sido el chico más popular de la escuela, el más chulo y de los más atractivos. Lo cierto era que Liam se había trabajado a pulso su reputación, y pensé que estaría contento de saber que había dejado su huella en Saint Marks.

- ¿Vais a ir a la fiesta de Mathilda? – preguntó Chloe con una mueca de asco – no sé cómo se atreve si quiera a hacer una fiesta. Es una marginada total.

Todas le rieron la gracia, pero yo no. Busqué a la chica de la que hablaban con la mirada y la encontré caminando hacia la salida de la escuela, con su corta melena negra tapándole la cara. La seguí con la mirada hasta que desapareció por la esquina y pensé que si era lo suficientemente inteligente para no relacionarse con el grupo de Jessica y Chloe quizá podría añadirla a la lista de gente guay. Fuimos caminando con parsimonia hacia la salida, mientras las demás cuchicheaban sobre los chicos de últimos año, que justamente pasaban por nuestro lado, quitándose las corbatas del uniforme y siendo ruidosos para que nos fijáramos en ellos. Un par se empezaron a pelear de mentira delante de Jessica y ésta se hizo la desinteresada mientras se echaba el pelo hacia detrás y sonreía de una forma muy artificial. Ay, Señor. Con mi paciencia a punto de agotarse rodé los ojos con vehemencia, y uno de los chicos me pilló haciéndolo. Parecía ser el único que había reparado en mi gesto, y soltó una risa por lo bajo que me hizo sonreírle con complicidad. No tenía ni idea de quién era ese tío, pero parecía ser más agradable que sus amigos, los intentos de hooligan.

- ¿Habéis visto qué patéticos intentando llamar mi atención? – soltó Jessica.

“Si, seguro que ha sido terrible” pensé a la vez que me preguntaba si iba a aguantar mucho tiempo más aguantando a aquellas chicas. Pero en aquel momento, como si fuera una especie de caballero sobre un corcel metálico del 76, Paul Hewitt apareció por la esquina, cantando mi nombre a pleno pulmón. He de decir que los amigos de mis tres hermanos estaban absolutamente pirados, pero aun así los prefería a mis compañeras de clase. Éstas lo miraron con desdén, como si apestara a algo que yo no podía percibir y se pusieron a cuchichear detrás de mí cuando Hewitt paró la moto frente a mí.

(What's the Story) Morning Rose?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora