La última batalla

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Tal como si no hubieran transcurrido 90 años, Steven invocó su escudo y dio un salto hacía el sitio donde la mayor parte de los enemigos estaban haciendo estragos en la guardia de Zafiro. Casi un tercio de la guardia había sido devuelta a sus gemas por los enemigos cuando Steven los atacó con toda su fuerza y habilidad.

Cinco años de todo tipo de batallas lo habían curtido y endurecido hasta sus límites; y ante el apremio y la necesidad, fue capaz de hacer uso de toda su fuerza, experiencia, y conocimientos. Ni siquiera los poderosos jaspers eran rivales para él. Todos sus instintos de lucha se avivaron; La consciencia de que su hija y su mejor amiga dependían de su fuerza y habilidad le daba bríos. Podía recibir la embestida de varios enemigos a la vez, y utilizar sus escudos y su habilidad para levitar de manera táctica. En un momento dado, recibió el ataque de una Jasper en cada escudo. Las contuvo y las rechazó con facilidad.

Pasado el peligro inmediato, echó un vistazo rápido al campo de batalla. Las gemas del ejército de Zafiro seguían cayendo, y la causa era evidente: los desestabilizadores de gemas. En un combate cerrado, esas armas eran por completo letales.

- ¡Amatistas! ¡Cuarzos! -gritó con toda su fuerza-. ¡Concéntrense en neutralizar los desestabilizadores de gemas! ¡Utilicen sus látigos a distancia y arrebátenlos a sus enemigos!

Los más hábiles entre los soldados comenzaron a hacerlo, y pronto muchos desestabilizadores cayeron destruidos al piso. La batalla se niveló, y Steven pudo prestar atención hacia el sector donde estaban Zafiro y Rósili.

Se habían separado. Por un momento no fue capaz de ver a Rósili, y se alarmó. Temía que, por ser un 75 por ciento gema, los desestabilizadores le hicieran daño; pero su pequeña no permitía que el enemigo se acercara ni siquiera a diez metros de ella. Estaba haciendo estragos entre ellos, golpeándolos y aplastándolos con sus enormes manos de agua.

Rósili peleaba con determinación. Era claro que su pequeña había asimilado muy bien todo lo que él fue capaz de enseñarle. Desde el momento en que vio que su padre saltaba para atacar, comprendió que había llegado el momento de luchar; y se unió de inmediato a la pelea con furia y alegría casi salvaje. Parecía estar en todas partes y atacar desde todas las direcciones a la vez. Abrumaba a sus enemigos con golpes contundentes y letales. A diferencia de Lapis, era mucho más rápida para invocar su poder, para atacar y defenderse. Además, generaba tanta fuerza,que bastaba uno solo de sus golpes para hacer volver a su gema a las jaspers más poderosas.

Hubo solo un momento en el que Steven desconfío. Cuando pareció que la falta de experiencia de su hija estuvo a punto de meterla en problemas. Uno de sus enemigos atacaba por el flanco, donde ella no podía verlo. Steven se dio cuenta; dio un grito de advertencia y arrojó un escudo al atacante. Pero Rósili volteó antes, invocando un escudo mucho más grande y espeso que el que Steven había arrojado. El atacante y el escudo fueron rechazados sin esfuerzo.

Entonces, Steven comprendió la sabiduría de las palabras de Zafiro. Rósili no necesitaba su protección.

Habían rechazado a los primeros enemigos; pero mientras luchaban, llegó una nueva y más numerosa oleada de atacantes que, cuando vieron el curso del combate, decidieron cambiar de táctica y comenzaron a fusionarse para intentar una acometida decisiva.

Steven tomó unos momentos para acercarse rápidamente y cruzar unas palabras con su hija. Los enemigos de Rósili habían sido barridos por completo, pero ahora cargaba contra ellos una enorme fusión de seis jaspers amarillos. Era una buena oportunidad para poner a prueba el verdadero poder de su hija.

- ¡Rosi! ¿Puedes hacer que tu ataque tome la forma de un martillo o un ariete?

- ¡Sí, papá! - contestó la muchacha sin dudar.

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora