Fancy.

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+18

Estaba observando las estrellas, cuántas habían en el cielo y cuántas estaban tan lejos que ni podía distinguirlas como minúsculos puntos brillantes. Y la Luna, nuestro satélite natural, estaba en lo alto del cielo como un farol, ella me miraba y también cuestionaba como había pasado de ser una chica que no podía mantener una conversación con un chico a tener uno viendo lo más privado de mí.

En ese instante Isaac mordió los interiores de mi pierna sobresaltandome pero me relajé cuando en el mismo lugar, posicionó un beso: uno dulce y preocupado.

Respiré con profundidad mientras que agarraba con fuerza el vestido en mi vientre, otra vez tenía esa sensación de algo calentándose en mi vientre pero no podía ser tan expresiva. ¿Por qué? No me acordaba el por qué pero sabía que tenía que estar callada aunque Isaac, no ayudara.

Uno de sus dedos entró con cuidado.

— Eso duele—murmuré.

— Va a pasar—y con eso combinó su boca, cumpliendo su palabra.

Pero ahora había otro problema y era que el tener que estar en silencio hacia que me dieran ganas de ser más ruidosa, no me importaba si alguien se enteraba que me estaban tocando y vaya que lo disfrutaba. Mi mano se enredó en los rizos de Isaac tocando la suavidad de su cabello, mientras que su dedo aumentaba el ritmo de entrada y salida.

Ya no era incómodo, se sentía bien. Estaba moviendome como si así pudiera calmar ese calor que iba hacia arriba y arriba. La mano desocupada de Isaac subió por debajo de mi vestido y atrapó una de mis pechos, amasandolo hasta tomar mi pezón entre sus dedos.

Me tapé los ojos con mis antebrazos, ya no iba a aguantar mucho. Quería alejarlo, y descansar por lo que apreté su brazo, el que estaba bajo mi vestido.

— Detente—pero él se burló soltando mi busto para bajar y sostener con fuerza mis piernas.

— Hablo en... ¡Isaac!—mis terminaciones nerviosas de colocaron al límite en ese crucial momento, como un medidor que explotaba al sobrepasar la capacidad.

Otra vez fueron segundos dónde las cosas fueran confusas, hasta que logré sentarme, respirando entrecortado para ver a Isaac levantarse y tomarme de la cadera.

Crucé mis piernas por su cuerpo y mis brazos en su cuello, respondiendole el beso que me daba y tenía cierto sabor impreso en sus labios.  Al buscar aire empezó su caminata, sus manos estaban en mis muslos descubiertos y yo aún no tenía bragas pero la misma electricidad que se mantenía en mis poros hizo que no me importara.

Entramos al calor de su hogar pero no me distraje viendo los alrededores, estaba repartiendo besos por la mejilla y el cuello de Isaac, parecía sedada por la situación sin saber exactamente qué hacer.

Deseaba dormir pero a la vez continuar, ver qué iba a suceder. Las escaleras llegaron rápido, y en el último escalón Isaac me reacomodó entre sus brazos con un pequeño salto.

— No hagas eso—murmuré en su cuello.

— ¿Por qué? ¿Aún estás débil?—para acentuar sus palabras uno de sus dedos rozó mis pliegues hasta tocar ligeramente mi botón. Un minúsculo gemido salió de mí sin poder retenerlo.

—No te burles.

— No lo hago, Jodusa—y entramos a lo que supongo era su cuarto pero parecía uno normal, como uno que no estaba decorado sino recién hecho. Listo para vender y esperar que alguien le diera estilo propio.

Él me bajó aunque mis piernas aún se sentían temblorosas por el reciente orgasmo, me mantuve de pie esperando ver qué hacía.

— Estás muy hermosa así ¿Lo sabes? Tan desastrosa.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora