Sentada como siempre en ese cuarto frío y oscuro, contemplaba la hoja en blanco y la pluma de tinta negra que con cada segundo lograba aterrarla con su presencia inexistente. Ella sabia que lo tenia que hacer, tenia que escribir.
Empezo rozando el papel con la delicada punta de la pluma, como si estuviera buscando desesperadamente las palabras, el tesoro de un escritor, pero sus manos seguían sin moverse, posadas sobre el escritorio que las atraía de manera persistente. Por su mente pasaban momentos que juntos podrían formar una bella historia de amor, que al fin y al cabo solo él y ella entenderían.
La invadio la soledad, soledad que siempre la acompaña, soledad que significa no tenerlo a él, no sentir su aliento, no sentir el contacto de sus cuerpos, pero más que todo, soledad es no poder escribir junto a él, ni leer en voz alta las palabras que representan todos sus sentimientos por ese ser que cambio su vida.
En ese preciso instante sintió la agradable sensación de palabras corriendo por sus venas, queriendo salir por la punta de sus dedos y rodar por las fibras de papel que les da forma y las une en sueños y sentimientos.
Decidio hacerlo, decirle la verdad.
Querido.
Hoy no fue el día más feliz de mi vida, te necesito. Se que fue mi culpa y espero algún día me perdones. Es dificil escribir así, cuando solo hace unos días soliamos sentarnos juntos y contar historias hermosas, de aquellas que llegan al alma con tan solo ojearlas, historias como las que tenemos tu y yo, irreales, imposibles, historias que hieren.
Es por eso que lo único que espero es que me respondas, por que solo a través de este medio podemos ser sinceros, regar todo lo que queremos decir y permitir que recorra todo nuestro cuerpo.
Mi mayor anhelo es el olor de tus palabras.
Con ilusión
Ana.
El tiempo pasa y ella sigue esperando respuesta.
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El arte de escribir
Romanceella vivía a través de la letras, ella vivía contando una historia.