Capítulo 5

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ALEC'S POV

Pude notar como la chica se desvanecía en mi brazos. La llevé hasta la cama y la coloque sobre ella.

Fuí a coger el taburete que había en la habitación, lo coloqué cerca de la cama y me senté sobre el. Aproveché el momento para observarla con mas detenimiento. La chica... ¿cómo había dicho la mujer que se llamaba?¿Katherine? Si, eso era, Katherine. Era una mujer muy bella, con ese pelo color azabache y esos ojos verde bosque. Ahora que la observaba con atención, me dí cuenta de que ambos eramos muy parecidos. Mi piel era un poco mas oscura que la suya, pero eso seguramente se debía a que ella había pasado más de una década en cerrada en el Templo. Me quedo observándola hasta que noto como el sueño me invade, pero justo cuando voy a levantarme para ir a echarme agua a la cara para no dormirme escucho un ruido proveniente de la cama. ¿Ya ha pasado una hora desde que le administré el somnífero? Pues si que he estado un buen rato observandola.

Me doy la vuelta y la veo farfullando cosas ininteligibles e intentando levantarse. Cuando por fin consigue deshacerse de las sabanas y salir de la cama se da la vuelta y me encuentra observándola con una mueca divertida en mi cara.

- ¿¡Fu que mifas!? -dice mientras una expresión de ira le ocupa su delicado rostro- ¿¡Fe farece cracioso!?¡Me fas frogado!

Yo solamente puedo partirme de risa. Lo siento, pero es inevitable. No todos los días se tiene la ocasión de ver a alguien medio drogado, apoyado en la pared para no caerse al suelo mientras te grita enfadado.

Entonces recuerdo que estamos en una posada y que probablemente la gente se alertará si la vuelven a oír gritar, así que me dirijo hacía la mesilla de noche y saco un frasquito con un liquido semitransparente dentro. Es una poción que el boticario del consejo me recomendó, tras asegurarme que si mi intención era traer una mujer a la fuerza hasta el Consejo, la iba a necesitar. Eso, si no debía de usarlo antes de haberle suministrado algún otro somnífero antes o podría quedarse dormida durante un mes entero. Ahora el efecto solo duraría cuatro dias. Lo suficiente como para llevarla hasta el Consejo.

Al principio, al ver cuales eran mis intenciones trato de resistirse, pero fue una lucha fútil, dado que todavía se hallaba en un estado débil.

Una vez dormida la cargé sobre mis hombros y la bajé hasta abajo. Salí de la posada y divisé nuestros caballos. Me acerqué rápidamente y una vez allí la coloqué sobre el lomo de su yegua. Saqué una cuerda de una de las bolsas que cargaba mi caballo y la até con un nudo fuerte al rededor de su cintura, de modo que las posibilidades de que se caiga del caballo sean menores. Monté sobre mi caballo agarrando con una mano las riendas de la yegua y con la otra las mías.

Mire hacía el horizonte y emprendí mi camino.

La fugitiva del temploDonde viven las historias. Descúbrelo ahora