La luna no podía brillar y sus amigas las estrellas se rehusaban a titilar esa noche, por ende, las fieles compañeras de la oscuridad, se limitaron a mirar a las grandes nubes que no dejaban de derramar lágrimas de pesar.
Para Benjamín y Candelaria, ese era el efecto monocromático, perfecto para sus estados de ánimos.
Eran conscientes que se avecinaba la batalla final y aún así no había sensación de triunfo.
Juntos contemplaban el vacío, sin proferir palabra alguna, invitando al silencio como el mejor aliado.
Luego de unas cuantas bocanadas de aire, Candelaria pronunció en un tono melancólico:
- El sentimiento que corre por mis venas es decepción. Me siento decepcionada de ti, de mí, de todo.
Y él asintió.
- Eras consiente que si me lanzabas una piedra yo iba a responder.
- Me arruinaste la vida, Benjamín –expresó ella, reprimiendo una lágrima.
- Ambos nos hicimos daño de diferentes maneras –dijo él, observando su mirada verdosa, pero ella no respondió nada. Tampoco lo observaba -. ¿Te vas a rendir tan rápido?
- No –manifestó Candelaria, pestañando muy de prisa para eliminar la vista nublosa que no se dignaba a desaparecer.
- ¿Vas a responderme?
- ¿Tú qué crees? –aunque Candelaria ya no estaba segura de querer ganar ese juego de rivalidad -. Es un gran perder-perder para los dos.
Ante esas palabras, él levantó sus labios en una sonrisa débil y expresó:
- Loca, no te has dado cuenta que ya hay un ganador y un perdedor –y ella giró su cabeza hacia él -. Has escuchado el dicho, ¿el que se enamora pierde?
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Por ti aprendí a odiarme
Ficção Adolescente¿Qué pasaría si el game over está escrito al inicio de la partida? Una guerra. Dos contrincantes. Candelaria Loughty, una chica perseverante que, pese a los obstáculos diarios, rendirse no es su opción. Benjamín Moon, un chico capaz de doblegar a to...