Entro a mi dormitorio y me recuesto. Un día bastante largo y agotador. Dejo caer mi mochila al suelo y arrastro los pies hasta mi cama. Solo quiero tomar una siesta, luego tendré que estudiar un buen de tiempo para mi examen de mañana.
Mi teléfono suena y lo saco de mi pantalón. Una notificación de que María ha subido una nueva historia a su Instagram, ni siquiera sé porque me llegan esas notificaciones. Entro a la historia y veo una linda foto de ella junto a una antigua rockola muy colorida y llena de luces. Tiene un sonrisa muy bonita.
¿Debería responderle la historia? Muero de ganas de hacerlo, pero no creo que eso cambie en nada, probablemente no responda a mi mensaje. Ya estoy empezando a perder la esperanza de que ella me escriba, honestamente.
Dejo el teléfono a un lado y saco mi computadora para empezar a estudiar, aprovechando que Valentina, mi compañera de dormitorio, aún no ha llegado. Centro toda mi atención en mi estudio y así paso la mayor parte de lo queda de tarde, hasta que Luisa me llama para que vaya a su casa.
—No lo sé, tengo examen mañana. —Dudo.
—Vamos. —Se queja. —Aquí hay alguien que quiere verte. —Dice risueña y por primera vez en mi vida entendí una indirecta.
—No. —Grito con asombro y me levanto de la cama. Escucho un par de risas y quiero que la tierra se abra y me escupa en la India. —Espera, ¿estoy en altavoz? —La verdad no quiero saber la respuesta.
—Ya no. —Dice entre risas y mi corazón se detiene.
—Que odiosas. —Corto la llamada y siento mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Es solo una chica, como cualquier otra. ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ella? Ni siquiera le he dicho a mis padres sobre ser bisexual.
No sé porque sigo pensando en esto, ni siquiera sé si le gustan las chicas. Que más da, no debería estar pensando en eso, solo estoy siendo rara de nuevo.