La zona V.I.P. es muy bonita, tiene sofás blancos que cuando se apagan las luces brillan en la oscuridad, se puede ver toda la pista de baile y hay mucho más espacio para hablar y caminar tranquilamente.
—Eres una mujer con muchos contactos para tener 19. —Me burlo antes de darle un trago a mi bebida, honestamente no sé qué es, pero María me sugirió que lo probara así que eso hice y si está rico.
—La ciudad es pequeña, todos se conocen. —Dice tranquilamente. La detallo, es más pequeña que yo, lo cual me resulta adorable, es blanca, mucho más blanca que yo, su cabello es de un castaño claro, casi rubio, sus ojos son color miel y muy bonitos y tiene un lunar en su cara que no había notado antes porque se esconce cada vez que sonríe. También tiene una bonita sonrisa.
Lleva puesto un pantalón negro y unas converse negras también, una camiseta negra y una chaqueta del mismo color. Sin mencionar que su moto también es de color negro. Me hace un poco de gracia que su color favorito sea el negro ya que yo siempre la imaginé con el color amarillo. Me obligo a apartar la mirada de ella, no quiero parecer una acosadora.
— ¿Quieres bailar? —Pregunto al notar que mira mucho a la pista de baile. El baile en definitiva no es lo mío, pero podría hacer el intento por ella.
—No, no soy muy buena haciéndolo. —Sonríe de medio lado y se le marca un lindo hoyuelo. —Pero si quieres bailar te acompaño. —Se levanta.
—No, no sé hacerlo, pensé que tú quería hacerlo. —Me siento torpe. María se ríe de casi todo lo que digo y eso me hace sentir más torpe, pero tiene linda risa.
—Eres tierna. —Sonríe y hace una seña con la cabeza para que la acompañe. Caminamos hasta unas cortinas negras, detrás de ellas hay más sofás, pero la luz es un poco más tenue, hay un montón de parejas. Creo que ya voy entendiendo el motivo de este lugar. Seguimos caminando hasta que llegamos a una muy bonita terraza.
Saca una cajetilla de cigarrillos y toma uno entre sus labios, me ofrece uno, pero me niego. No soy mucho de fumar. La miro mientras lo enciende y lo bonita que se ve cuando el encendedor le ilumina la cara, le da una calada y luego me mira de forma extraña, me siento nerviosa, muy nerviosa.
—Entonces, Verónica. —Habla mientras bota el humo por la boca. — ¿Qué haces los viernes por la noche para divertirte? —Pregunta y mi corazón se acelera.
—Pues, no mucho, suelo quedarme a ver Netflix. —María me mira con curiosidad.
— ¿Quieres ir a ver Netflix? —Tiene una sonrisilla rara en la cara, pero aún así se ve muy bonita.
—No, si me estoy divirtiendo aquí. —Sonrío y ella también lo hace. No dice nada más y sólo se queda fumando lo que resta de su cigarrillo en silencio.