Primavera

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El parque se encontraba vacío, nada inusual si se tenía en cuenta que eran casi las once de la noche. Los primeros brotes de flores que anunciaban el comienzo de la primavera se asomaban tímidos sobre sus verdes tallos. Los días comenzaban a tornarse soleados, no así las noches que seguían siendo frías. Afrodita caminó en silencio por aquel desierto lugar y se sentó en una banca a esperar. Dirigió su vista al cielo y cerró los ojos. El frío le calaba y se notaba en sus rojas mejillas y nariz. Miró su reloj. Faltaban cinco minutos para las once, suspiró. Sabía que Shura era puntual, así que no tardaría en llegar. Estaba nervioso.

Hacía más de dos meses que no lo veía. Su último encuentro había sido tan breve producto de sus egos y celos sin sentido. Se habían perdido en el juego de tira y afloja, presionando para que el otro cediera que en lugar de acercarse se habían alejado tanto, que incluso su amistad de años se tambaleaba. Tenía miedo y no tenía ningún sentido negarlo. Miedo de perder a Shura para siempre. Ese tiempo alejados le había hecho entender cuanto lo anhelaba, no importa si terminaban como amigos o como amantes, Afrodita sabía que no lo quería fuera de su vida. Cerró los ojos cuando escuchó sus inconfundibles pasos.

—Espero no haberte hecho esperar mucho —saludó Shura sentándose a su lado. Afrodita sonrió.

—Tengo apenas un par de minutos, no te preocupes —negó dirigiendo su vista a su compañero. Tan guapo como siempre, pensó Afrodita—. ¿Cómo estás?

—Bien ¿y tú? —respondió encogiéndose de hombros.

—También, bien —era irónico que se trataran como si fueran dos desconocidos, pensó Afrodita.

Se quedaron en silencio un rato dejando que el viento y el perfume de las flores que se habían adelantado a la primavera desprendían se colara entre ellos. Afrodita no sabía qué decir o mejor dicho, como empezar. El miedo hacia presa de él temiendo que sus palabras lo alejaran de él para siempre, pero sabía que sí se quedaba callado, esto pasaría invariablemente. ¿Qué hacer? La mano cálida de Shura sobre la suya lo hizo abandonar su debate interno. Miró sus dedos entrelazados y luego a él. Un rayito de esperanza calentó su corazón al ver la suave sonrisa de Shura.

—Te extrañé —dijo sincero—. No sabes lo tonto que me sentí al darme cuenta me había comportado como un idiota que todo lo que tenía que hacer era tomar tu mano y besarte hasta que te convencieras que soy el amor de tu vida...

Afrodita lo miró desconcertado, no esperaba semejante confesión. No había estado preparado para esas palabras, pero sentía un gran un alivio al escucharlas, todos sus miedos e inseguridades se fueron en ese momento. No se animó a responderle, las palabras no eran precisamente sus mejores aliadas así que simplemente lo besó. Un beso en el que ponía todos sus sentimientos. Shura suspiró de satisfacción mientras correspondía al beso. Así es como debió haber sido su encuentro meses atrás, pero se alegraba de que sus palabras no hubiesen llegado tarde. 

—No sabes lo feliz que me haces con esas palabras. Todos los días me reprochaba lo mismo —dijo Afrodita cuando se separaron —siento haberme tardado tanto en darme cuenta yo...

—Ya no importa —cortó Shura—. Tuve el tiempo de reflexionar y también soy responsable de lo ocurrido, debí ser sincero desde el principio.

—Ambos fuimos unos tontos —comentó Afrodita y los dos rieron—. Supongo que fue el miedo a perder todo lo que habíamos construido desde la infancia, no lo sé —se encogió de hombros—. Solo sé que no quiero perderte —confesó.

—Y no lo harás —respondió seguro Shura—. Tampoco quiero perderte Afrodita y lo que sea que iniciemos vamos hacer que funcione. No más silencios entre nosotros, por favor —Afrodita sonrió y lo abrazó.

—Lo prometo —asintió sobre el hombro de Shura.

—Será mejor que nos vayamos, es tarde.

Caminaron por las calles del pueblo sin mayores prisas tomados de la mano. La primavera apenas comenzaba y les faltaban todavía varias estaciones por recorrer juntos.

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Afrodita x Shura Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora