Debía ser un día como cualquier otro. Bueno, uno como cualquier otro para un desempleado.
Me desperté y fui a comer como todas las mañanas.
Luis: Ya casi no hay comida.
Marcos: Lo se hijo, lo se, pero hoy tengo una entrevista de trabajo. Esperemos que resulte...
Luis: Suerte. Voy saliendo al colegio
Pasaron unas cuantas horas y Marcos se preparó para su entrevista. Era un hombre de unos 28 años de edad, desempleado y viudo. Un ser sin ningún estudio y un hijo de 10 años.
Iba de camino a mi entrevista, nada muy formal. Con cualquier trabajo era suficiente. Fui a una nueva carnicería que abrió en la esquina con la esperanza de que me contrataran, después de todo el señor Felix fue un buen amigo de mi padre.
Marcos: Buenas tardes, señor Felix.
Felix: Ah, Marcos, adelante pasa. ¿Como estas? ¿Cómo esta tu hijo Luis?
Marcos: Bien, bien, gracias por preguntar señor Felix.
Felix: Y dime, ¿A que se debe tan agradable visita?
Marcos: Estoy contra la espada y la pared Felix. Necesito un empleo y pronto o si no, no se que haré. Tengo un hijo que alimentar.
Felix: Jum. No se como has caído tan bajo Marcos, hay veces que me cuesta creer que seas el hijo de Antonio.
Marcos: Se lo pido Felix, necesito un empleo.
Felix: Mmmmmmmmm, ya estoy lleno de personal pero... Creo que puedo darte un empleo. Comienza mañana a las 6 de la mañana.
Marcos: Gracias Felix, gracias. ¿Que debo hacer?
Felix: Cuando llegue quiero ver la carnicería impecable. Toma, ten esta llave para que puedas entrar.
Me fui de ahí a mi casa a descansar para ir al trabajo al día siguiente.
Desperté y salí directo al trabajo, Luis seguía dormido. Llegué a la carnicería a las 6, entré y me aseguré de cerrar bien para que nadie entrara. Limpié todo y el Señor Felix no había llegado. Ya iban a ser las 7:30 cuando había terminado todo y me senté un rato a descansar. Cuando de la nada escuche la campana para recibir servicio, fue algo extraño ya que la tienda no estaba abierta.
Buenos días joven, ¿tiene carne molida? - Dijo un señor de un aspecto un tanto peculiar. Que entró jugando con una moneda de plata sobre el mostrador.
Marcos: Buenos días señor ¿Podría decirme como ha entrado a...
Señor: ¿Tiene carne molida?
Marcos: Ah, si señor, pero debe esperar un momento.
Señor: Gracias Marcos
Marcos: ¿Lo conozco? O como es que sabe mi nombre?
Señor: ¿Podrías servirme mucha? Es que mi perro cerbero tiene un apetito un tanto insaciable.
Marcos: Claro, señor, aquí tiene.
Señor: Dime, que tal te pagan?
Marcos: Podría ser mejor pero algo es algo.
Señor: ¿Te gustaría ganar más?
Marcos: Si, claro pero...
Señor: Entonces nos vemos hoy a media noche en la calle Aqueronte.
Dijo el señor mientras se retiraba.
Marcos: Señor, su moneda de plata.
Señor: Quédatela, la necesitarás más que yo. Por cierto, me llamo Caronte.