Bruno salió de casa, cerrándose los portones detrás de él. Un poco furioso, pero relajado era como se encontraba ahora. Era muy predecible que no lo tomaran a bien, ya que era un amor no correspondido, pero sabía que de alguna manera u otra estaría con Mirabel, pronto. Apenas emprendía viaje al bosque, Mirabel, con una fuerza inimaginable y como de costumbre, abría los portones ya encastrados con una gran patada, e iba tras él.
- ¡Bruno! - llamó desconsoladamente, asustando como de costumbre a su tío, con su cara estaba muy húmeda. - dijiste que no te- un beso la interrumpió.
- Tranquila vida, era necesario que pasara. Iba a pasar, no esperábamos menos- ambos se abrazaron, se besaron tiernamente. En el balcón, allá arriba, sin notarlo, Dolores y Camilo lo veían todo, y a pesar de las raras circunstancias y un poco de disgusto, todo se veía hermosamente perfecto. Dolores, en el fondo, deseaba que su futuro amor se viera así de bello, alguien que realmente luchara por ella. Ella quería que su familia lo comprendiera, y pronto se quebraría en llanto.
- Te tengo que decir algo, cielo- dijo la muchacha sosteniendo la cara de él con sus manos pequeñas y dulces, mientras sus frentes se tocaban bajo la luz de una luna radiante. Bruno miró sorprendido, haciendo seña que siguiera. Pero nunca llegaría a escucharlo.
- Vaya, vaya - Un hombre alto, un sombrero calzado perfectamente en su cabeza y una capa que lo hacía más intimidante. - ¿Por ella no te casabas con mi hija? ¿Acaso tu sobrina era tu amor ideal, pervertido? - a la luz de la luna se vio su rostro: era Cristóbal con una sonrisa un tanto malévola.
Mirabel miraba asustada y un poco avergonzada, pero antes de saludarlo como siempre lo hacía, notaba algo distinto, que nadie sabía hasta el momento, excepto su tío. Cristóbal era aquel Cornelio que se disponía a sacrificar todo el pueblo, era un sargento que amenazaba a su gente y arrasaba con sangre inocente en sus manos. Pasaron años en los que tuvo que adaptarse a la gente que lo salvó, cambiando su nombre y ayudándoles, pero esos años se acaban de trizar. Como si ese fantasma volviera al Encanto.
- Dije que no la amaba - una espada rosó el mentón de Bruno, espantando terriblemente a su amada, quien pasó delante de él.
- ¡No! ¿Qué haces? - intervino Mirabel.
- Tu... tío... tiene deudas conmigo. Será mejor que te vayas niña, y te busques a alguien de tu edad. Tal vez... al apuesto Andrés, que toda tu familia ansiosa espera que veas. - la muchacha fruncía sus cejas. Lamentablemente, a estas alturas, nadie veía lo que pasaba. Dolores y Camilo se retiraron tiempo atrás a dormir. Eran ellos tres, bajo la luna, sumergidos en un cruces de miradas y palabras tensionadas.
- Debí haber estallado ese vidrio en tu cara, Bruno, de saber que no tomarías su mano. Aquella noche, que te encontré. Mi hija no - refiriéndose a aquella noche el hombre encontró al muchacho Madrigal. Él estaba buscando una visión en una burbuja de aire que preparó para ella, para asegurarle que otro amor vendría por Analía. Pero Bruno vio en aquel entonces cómo su familia estaría en peligro, y se dispuso a volver. Luego, vino la visión de él y Mirabel y, al ver Cornelio esto, con aquella misma espada la partió, haciendo que millones de piezas y astillas verdes volaran por sobre la brisa que hace generar esas visiones, hiriendo a Bruno de forma instantánea, con todos esos cortes. Una lucha se desprendió entre ellos, dejando al Madrigal en el mismo estado en el que Alma lo vio la noche de su encuentro.
- Tu hija me quitó todo. Todo. Tan manipuladora, pero veo que - un segundo puño aterrizó en su cara. Mirabel salió corriendo para advertir a los demás, pero Cornelio la tomó de las manos, inmovilizándola, con una cadena que llevaba consigo. Nadie, pero nadie escuchaba los gritos de ella, aterrorizada, ni Dolores que estaba ocupada escuchando y sollozando lo que pasaba dentro de Casita.
ESTÁS LEYENDO
Hasta Nuestro Último Día
RomanceLucas, el hijo de Dolores, está a punto de escribir una novela romántica. Antonio, su tío, lo ayuda contando una historia que él conoció y vio en vida propia y cómo sufrió hace diez años...Un amor imposible pero poderoso nació entre dos personas de...